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MUSEO DE LOS CONCILIOS EN TOLEDO, ESPAÑA
 
Directorio:

Museo de Santa Cruz en Toledo

 
 

Museo de los Concilios y la Cultura Visigoda se encuentra en la desacralizada iglesia de San Román.

Nada más entrar la imagen nos rememora la ermita de San Baudelio en Soria por los arcos mudéjares y sobre todo por las improntas de las paredes que indican la maravillosa decoración del edificio que en la mayoría de sus rincones han perdido la parte de los frescos para dejar al descubierto las improntas empleadas en la pintura. Este espléndido conjunto pictórico datado en el siglo XIII de origen románico con motivos de raíz islámica, hace plantearse a los especialistas la posible intervención de dos maestros o de dos estilos. Realizadas al fresco con colores planos, ofrecen representaciones figurativas y elementos decorativos, respondiendo a motivos propios de la pintura románica, tales como el Pantocrátor, Adán y Eva en el Paraíso, la Resurrección de los Muertos, los Evangelistas, Santos, y Ángeles

La planta de la iglesia es basilical de tres naves –la central más alta y ancha–, separadas por arcos de herradura califal sobre columnas de mármol de fuste romano, adosadas a pilares de ladrillo y con capiteles visigodos y mozárabes. Sobre los arcos cabalga una falsa galería y el acceso a los ábsides laterales se realiza por medio de arcos de herradura.

Unas de la vitrinas se dedica a mostrar El tesoro de Guarrazar es quizás uno de los puntos oscuros de nuestra arqueología y de nuestros tesoros artísticos

Parte del tesoro de Guarrazar fue hallado por casualidad. En el año 1858 hubo unas lluvias torrenciales que causaron el desmoronamiento del terreno donde estaba la iglesia del monasterio de Santa María de Sorbaces, en Guadamur, localidad distante 11 km de Toledo. Había sido ocultado en dos "cajas" revestidas de hormigón romano, que tenían una profundidad de 1,60 m y dejaban un hueco en cuadro de 0,75 m, junto al sepulcro de un presbítero llamado Crispinus. Cada uno de los depósitos tuvo un hallador distinto. Fue el primero Francisco Morales, labrador de 40 años, quien desarticuló muchas de las joyas y vendió fragmentos y componentes en viajes frecuentes a los obradores de plateros toledanos. El francés A. Herouart, profesor en Toledo y amigo de Morales, adquirió las alhajas que este aún tenía en su poder y se hizo con la tierra donde apareció el tesoro. Herouart vendió las joyas a un diamantista, José Navarro, quien recompuso algunas coronas, rescatando lo que aún no habían fundido los plateros de Toledo. En 1859 Navarro viaja a París y negocia la venta de las ocho coronas y seis cruces pendientes al Gobierno francés. La venta se publicó en varias revistas galas. El rápido eco de la noticia en España desató la intervención de la Comisión Provincial de Monumentos, primero, y la del Gobierno de la nación, después, que inició la rápida reclamación diplomática, una investigación judicial y excavaciones arqueológicas en el lugar.

El segundo lote sufrió también continuadas mermas por ventas de su descubridor, Domingo de la Cruz. En marzo de 1861, ante la dificultad de dar salida a sus joyas, optó por obsequiar a la reina Isabel II las dos joyas que le quedaban, y entre ellas la corona de Suintila.

Hoy, tras numerosos avatares, las joyas remanentes del Tesoro de Guarrazar se conservan en tres instituciones diferentes.

Coronas votivas del Tesoro de Guarrazar actualmente están conservadas en el Museo de Cluny en París.

El Museo de Cluny parisino guarda tres coronas, la de Sonnica, con cruz pendiente, otra decorada con arquillos y la tercera de retícula abalaustrada, una cruz colgante, la R pendiente de la corona de Recesvinto, que iniciaba su nombre, otros dos colgantes y cuatro elementos de suspensión.

En el Museo Arqueológico Nacional de Madrid se conservan las alhajas devueltas por Francia en 1941: son las seis coronas, la de de Recesvinto, dos de lámina de oro con decoración repujada y tres de retícula abalaustrada, junto con cuatro cruces pendientes; además, existe un conjunto de elementos sueltos, venidos del Gabinete de Antigüedades de la Biblioteca Nacional, al constituirse el museo: el brazo de gran cruz, el Alfa colgante y otros fragmentos y piedras sueltas. En realidad, el llamado "brazo" son dos planchas de oro de 22 cm de anchura por 10,5 cm de altura máxima en uno de sus extremos y 5 cm en el otro. Formaban parte de una cruz patada. Las planchas forrarían un alma de madera, pero tras las idas y venidas a los plateros de Toledo, etc, la cruz quedó destruida y tan solo había sobrevivido un brazo de ella.

Finalmente, en el Palacio Real de Madrid aún quedan, procedentes del segundo lote, la corona del abad Teodosio, la cruz del obispo Lucecio, una esmeralda grabada, además de pedrería y colgantes desprendidos. En octubre de 1936 desaparecieron varios fragmentos y piezas. La Corona de Suintila fue robada de la Real Armería del Palacio Real en la noche del 4 de abril de 1921 y jamás se pudo seguir su rastro. También desapareció un trozo de corona de enrejado. El robo se divulgó poco, solo La Época hizo una publicación más extensa con grabados, para que sirviese de guía en la búsqueda de lo sustraído. Al parecer fueron localizados los autores del robo, pero no los objetos sustraídos.

El estudio gemológico de Juan S. Cozar y Cristina Sapalski reveló que el Tesoro de Guarrazar contiene 243 zafiros azules, cuyas características los hacen procedentes de la antigua Ceilán, hoy Sri Lanka, 3 cordieritas azules o iolitas, 14 esmeraldas, 1 aguamarina, 2 adularias o piedras de luna, 21 cuarzos amatista, 9 cuarzos hialinos, 6 calcedonias azuladas, 169 perlas, 154 piezas de nácar, 56 vidrios artificiales verdes, 26 vidrios artificiales azules, 2 pardo-anaranjados, 26 de color indefinido, 1 rojo y muchas piezas diminutas de granate piropo-almandino.

Lo que aquí podemos ver es una vitrina con copias exactas del tesoro, lo que no hace una idea de la magnitud de los originales.

El museo se inicio con restos arqueológicos visigodos que procedían de excavaciones antiguas de la provincia de Toledo custodiados en los fondos del Museo de Santa Cruz, así como de depósitos de la Iglesia y del Museo Arqueológico Nacional, como por ejemplo los objetos procedentes de la necrópolis de Carpio de Tajo. Igualmente con fragmentos de un credo epigráfico procedente de la Vega Baja de Toledo. Posteriormente se fueron incrementando las piezas y ahora es uno de los Museos más importantes de la época.

 

Museo de los Concilios y la Cultura Visigoda se encuentra en la desacralizada iglesia de San Román. Situado en la calle de San Román, s/n (GPS N 39.858390 W 4.026801). La entrada 3 euros.

 
   
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