“El cuadro de Las Tentaciones de San Antonio”, obra del genial pintor Jerónimo Bosch conocido como El Bosco, fue declarado como “El pintor de la vida Inmortal”.
La obra de El Bosco es el fruto de una mente desinhibida que no tuvo freno en plasmar lo que por su imaginación ideaba, ningún otro pintor de la época podía ser transgresor y además se le permitía, era capaz de plasmar en una mañana los horrores y las perversiones que durante el sueño le había atormentado.
Jeroen Anthoniszoon van Aeken , nace en Bolduque, ciudad de los Países Bajos hacia el año 1450, fue hijo de artistas de origen alemán, sus padres tenían un taller dedicados a dorar imágenes religiosas y pinturas al fresco. Se casó con Aleyt van Marvenne y fue miembro de la Hermandad de Nuestra Señora y siempre fue considerado como un gran devoto católico, esto quizás le alejo de la mirada de la Santa Inquisición.
Su obra conocida comenzó en el diseño los vitrales de la catedral de Hertogenbosch , su pintura trata diferentes temáticas En sus pinturas mezcla motivos astrológicos , de folclore , brujería y alquimia , así como el tema del anticristo y episodios de las vidas de santos ejemplares. En sus obras de madurez como gran pintor desarrolló un lenguaje de simbolismo visual . La pintura de El Bosco comienza con el gótico tardío y finaliza durante el renacimiento.
La iconografía de El Bosco ha sido muy estudiada durante los últimos cuatro siglos, en la actualidad, permite decir que el pintor realiza en sus cuadros su propio mundo de sueños, mas veces son pesadillas llenas de imágenes fantasmagóricas que nos llevan a un mundo lleno de angustias y alucinaciones.
Es cierto que el artista no solo pinto monstruos y diablos cuando le exigía el tema de su lienzo, sin embargo en otras de sus obras describe una temática mas ortodoxa, aunque en todas sus obras aparecen toques fantásticos.
Algunos de los estudiosos de su obra citan que El Bosco practicaba herejías religiosas muy comunes durante la Edad Media , se dice que fue miembro de la «Hermandad del Espíritu Libre» eran considerados con una tendencia netamente anarquista porque niegan la jerarquía, se opusieron a todo orden establecido, esta comunidad fue acusada de promover el libertinaje, por sus prácticas de amor libre, nudismo y otras actitudes calificadas como “desviaciones”.
Esta comunidad recibió el nombre de “adamitas” practicaban la promiscuidad sexual porque consideraban que la represión del pecado (predestinado a producirse) era peor que el mismo pecado. El acto sexual era un placer paradisíaco. La unión del placer y el amor, sensual y espiritual, era el mejor de los medios para restablecer la inocencia perdida del Edén.
El Bosco vivía en Hertogenbosch y se dice que el cuadro «El jardín de las delicias» fue pintado para este grupo de anamitas y que la tabla central en lugar de ser una condena de la sensualidad desenfrenada, sino todo lo contrario, era un elogio a las prácticas religiosas de esta secta.
En la actualidad es admitido que se desconoce estos términos porque no hay ninguna evidencia histórica que permita decir que El Bosco fuera adamita o que pintara sus teorías. Lo que si esta comprobado es que El Bosco fue un cristiano ortodoxo porque su padre, él y sus hermanos eran miembros de la Hermandad de Nuestra Señora, una cofradía religiosa de clérigos laicos dedicados al culto de la Virgen , que se encontraba en la iglesia de San Juan de Hertogenbosch.
La ciudad de Hertogenbosch era una de las cuatro mayores ciudades de Brabante y representaba un floreciente centro comercial, una de las mayores actividades constituía la fabricación de cuchillos, si analizamos con detalle el ala dedicada al infierno del cuadro «El jardín de las delicias», en la parte superior izquierda y sobre el filo de un gigantesco cuchillo, entre el par de orejas, podemos ver la letra “M” y corresponde con la marca de un maestro fabricante de cuchillos, lo que pudiera indicar que el cuadro fue pintado para este ordenante.
La vida económica y social en la ciudad estaba vinculada a las órdenes religiosas, en la iglesia de San Juan aparecen esculpidas en su decoración una cantidad de figuras fantásticas, en las que aparecen monstruos y peones sentados a horcajadas sobre los arbotantes, en estas tallas se ha podido ver la fuente de inspiración para las criaturas de El Bosco.
El rey español Felipe II se enamora de su pintura, interpretándolo en clave devota, afirmando que si todos pintaban a los hombres como querían ser, él los pintaba como eran. Por ello la más importante colección de obras suyas se conserva en España, singularmente en el Museo del Prado.
La unión entre Felipe II y El Bosco fue una simbiosis que llegó afectar a la vida del monarca convirtiéndose en alquimista, llegando a tener una obsesión constante relacionada con la muerte. Todas las noches se despertaba con la imagen de un perro negro que la anunciaba la muerte, esto contagio a todo el Palacio buscando el dichoso perro que una vez encontrado fue sacrificado pero no sirvió de nada porque el monarca seguía sufriendo. Según relataba el rey la noche anterior a la muerte de su padre vio el perro negro, el día que murió su tercera esposa vio el perro negro y el día que murió su hermano también vio el perro negro.
Se creo un departamento en El Escorial que estudiase la alquimia y ayudase al rey para tener un remedio a sus males, se llamo la Torre de la Botica. Fue tal la superstición del monarca que se pusieron a comprar reliquias que procedían de todo el mundo, entre tantas que llegaron se pusieron a contar y había hasta 24 dedos que decían que eran de San Judas.
Felipe II conoce la obra de El Bosco y se crea tal relación que compra muchas de sus obras., no para exponerles en las galerías del palacio del Escorial, sino para colgarlas en las paredes de su habitación.
El día 13 de septiembre de 1598 era un sábado y el rey daba sus últimas palabras que pronunció y con que partió de este mundo fue decir, como pudo, que moría como católico en la Fe y obediencia de la santa Iglesia Romana; y besando mil veces el crucifijo, se fue acabando poco a poco y salió aquella santa alma y se fue.
Felipe II murió frente al cuadro de El Bosco “El jardín de las delicias” y el fraile José de Sigüenza que estaba en la habitación lo detalla: “Dio tres o cuatro aullidos temerosos, el silencio, la hora de la noche, la bóveda de los nichos donde se había metido, donde retumbaba el sonido, todo hacía de él miedo, horror, espanto.”
El Bosco durante su juventud sufrió de esquizofrenia a juzgar por su violencia esta enfermedad fue calmándose durante su madurez. La primera parte de su obra nos muestra un pintor relativamente oficialista como lo hace en la Adoración de los Reyes Magos, aunque tiene una ligera tendencia hacia la melancolía.
La tendencia hacia la expresividad comienza con la pintura “La barca de los locos” (museo del Louvre) donde aparecen una serie de personajes propias de El Bosco como el borracho, el novicio tocando el laúd, el mástil de la barca es un árbol con hojas del que prende un cráneo.
El cuadro de la “Las Tentaciones de San Antonio” fue pintado por el Bosco en 1498, tríptico pintado al óleo sobre tabla. No esta aclarado como llega el cuadro a Portugal aunque se sabe que el Museo de Arte Antiguo lo adquiere procedente del Palacio de las Necesidades, aunque se ha desmentido que formara parte de la colección del humanista portugués Damião de Gois.
El cuadro trata de integrar en tres espacios unitarios múltiples escenas y narraciones sobre la vida de San Antonio que tuvo que resistir durísimos ataques del maligno. El pintor seguramente puede leerlas en la descripción que hace San Anastasio de la vida de San Antonio. Los tres paneles son utilizados para describir un sinfín de seres y episodios que desafían la interpretación y el entendimiento, ocupan los cuatro elementos del universo: aire, tierra, agua y el fuego.
El santo es analizado por el pintor en tres secuencias de su legendaria vida como eremita: a la izquierda, es agredido físicamente por los demonios que lo elevan en el aire y lo precipitan al suelo; a la derecha, se representa enfrentado a las tentaciones de la carne y el pecado de la gula; en el centro del panel central, es confrontado con la mayor de las tentaciones para un religioso, como es el abandono de la Fe. En el centro de todo, hay un molino diabólico, en un espacio en un tiempo invadido por el mal, San Antonio mira hacia nosotros y apunta hacia una doble representación de Cristo, figura e imagen refugiados en una ruina.
Además de la narración de la biografía del santo, la obra encierra en todo su recorrido una visión muy particular de un mundo invadido por el mal, personificado por una serie de seres demoniacos y aparentemente fantásticos fruto de la mente del pintor que obedece a una tradición figurativa medieval y muy representada en la mente del hombre románico.
El tríptico es considerado como un tratado de demonología –rama de la teología y de la mitología que se encarga del estudio de los demonios y sus relaciones–, el pintor representa el espacio y el mundo en una unidad sintética moderna, también por la utilización, no oculta, de una amplia representación de imágenes chocantes, en las que el pintor comienza a emplear un nuevo método para mostrar el material iconográfico antiguo y tradicional.
La contemplación del cuadro debía de empezar por el anverso que se aprecia cuando el tríptico esta cerrado, donde aparecen unas dramáticas “grisallas expuesto en el reverso de los paneles laterales. Estas pinturas hablan de dos escenas de la Pasión de Cristo: la captura y el Camino al Calvario en el momento del encuentro de Cristo con Santa Verónica. Ambas escenas están marcadas por la violencia y por el espacio desértico en el primer plano, desierto que en el lugar de cadáveres y de condenados a muerte y a la desolación, lo que acentúa el mensaje pesimista que nos anuncia lo que podremos ver en el interior del tríptico.
Una vez abierto el tríptico en la parte central podemos ver la misa negra o del diablo es una de las perversiones ofrecidas al ermitaño donde se encuentra al pie de la puerta de una capilla destartalada, en la que se ve a Jesús solo, San Antonio no hace caso a las seducciones de la mujer y sus insinuantes tentaciones. Detrás, una pareja de ricos juega a los dados. Debajo, el diablo, puerco tonsurado (corte de pelo de los clérigos) con casulla, celebra la misa negra como indica Malleus Maleficarum –tratado de brujería– muy criticado en la sociedad medieval. Mientras se celebra el aquelarre las brujas y magos conservan su aspecto humano, aunque en el cuadro tienen formas espeluznantes: son demonios que han salido del infierno sin disfrazarse de personas. Algunos de ellos aparecen con cuerpos deformes, otros con mascaras infames. Aprovecha elementos vegetales y animales como objetos de uso más común: el porrón el embudo, el tamiz, aludiendo a todos los vicios, en especial al sexo y la gula. También se representa a un pájaro como símbolo masculino, y el pescado como símbolo femenino. |