Quinto cuadro: “Trompeteros, toros sacrifícales y elefantes”. Se dice que en el tercer día, por la mañana temprano, los primeros, eran otra vez las trompetas, que esta vez no sonaban como solían en una procesión o en una entrada solemne, pero la cantidad utilizada por los romanos servían para alentar a los soldados a luchar. A continuación siguieron los hombres jóvenes vestidos con bordes adornados, que condujeron al sacrificio de ciento veinte bueyes, con sus cuernos dorados, y sus cabezas adornadas con cintas y guirnaldas; y con ellos iban niños que portaban cuentas de plata y oro que se empleaban en los ritos romanos. |