BLOG DEL VIAJE POR FRANCIA por R.RICO, Parte III
 
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PARTE III

Calles de Blois (Francia)

Amanece el día 8 y, tras el desayuno y comprobar con una empleada del camping que todo está en orden (me devuelven el papel con mi autorización para, en caso de desperfecto, cargar en mi cuenta 200 euros), partimos, definitivamente, con destino a París, pero antes pararemos en Blois y Chartres (no sólo es una bebida).

Volvemos a la ciudad que nos sirvió de referencia para visitar toda esta zona de castillos, Blois, para hacerle la merecida visita por la carretera que acompaña el curso del río Loira (realmente son dos, pues hay una a cada orilla), él hacia el lugar del que venimos y nosotros remontándole.

Aparcamos en una plazuela tranquila junto al río, pagando por supuesto, y muy próxima a la iglesia de San Nicolás.

Esta iglesia merece por sí misma una visita a la ciudad, independientemente de la catedral.

Está enclavada cerca del curso fluvial, y en lo que podríamos denominar parte baja de la ciudad. Se empezó a construir en 1.138, a principios del siglo XIII, la antigua iglesia abacial Saint Laumer presenta todas las características de los comienzos del arte gótico.

Huyendo de los Normandos, los monjes benedictinos encargados de las reliquias de su fundador, Saint Laumer, encuentran refugio en Blois. Deciden construir allí su monasterio, la iglesia abacial de Saint Laumer, comúnmente llamada iglesia de Saint Nicolás. De 1.138 a 1.186, los monjes construyen el coro, el transepto (crucero, lugar donde se cruzan transepto y nave central) y el primer tramo, acabando el conjunto a principios del siglo siguiente.

Capilla de la Iglesia de San Nicolás (Blois)

Cuando las guerras de religión estallan, la iglesia es mutilada y la abadía destruida por los protestantes. En los siglos XVII y XVIII, la abadía es reconstruida, luego, en la Revolución Francesa, se hace el Hotel de Dios.

Al pie del castillo, uno de los barrios históricos de Blois, se encuentra la iglesia de San Nicolás. Los callejones estrechos bordeados de casas antiguas recuerdan las ciudades medievales.

Desde la terraza del castillo, podemos admirar los grandes tejados de la iglesia, sus contrafuertes y las agujas de sus torres cubiertas de pizarras. Saliendo de la iglesia por el gran pórtico de Louis XIII, nos encontramos con una esbelta y gran fachada, apretada entre dos poderosos pilares. Los tres pórticos son de anchura desigual y están coronados por una elegante galería de arquerías, que ocupa toda la anchura de la fachada. Un rosetón la culmina, reparado en el siglo XVII. Una sola gárgola monumental subsiste por encima de éste, la otra se encuentra al pie de la escalera que lleva al castillo.

El pórtico central y el pórtico norte inicialmente estaban decorados con estatuas, hoy destruidas. Por fin, dos torres de desigual anchura, cada una rematada por un campanario, han sido, al igual que la linterna, coronadas en aguja en el siglo XIX.

Para entender toda la belleza del edificio, es necesario desplazarse hasta el muelle del Loira. Más allá de los jardines, la abadía traslada con su cabecera las cargas armoniosamente superpuestas, de su crucero y su nave, a los contrafuertes potentes y elegantes, y toda una serie de torres y linternas. El conjunto, inscrito entre los edificios del Hospital, dominado por la figura imponente del castillo, da la impresión de armonía y grandeza características del patrimonio del Valle del Loira.

Chateaux Blois (Francia)

Tras la visita a la iglesia de San Nicolás ascendemos por las calles hacia la plaza del Castillo. Subimos por el lateral derecho de éste llegando a la plaza del castillo –al ala de Luis XII por la que se accede a éste– donde, en el otro extremo, se encuentra la “Casa de la Magia” (dedicada a Robert Houdini).

Aunque nos conformamos con verlo desde el exterior, pues llevamos un poco de prisa, no puedo dejar pasar de largo la oportunidad de hacer unas puntualizaciones sobre este castillo, que reúne varios estilos arquitectónicos: época Feudal –siglo XIII– (Sala de los Estados y Torre de Foix), época de transición del Gótico al Renacimiento –siglos XV y XVI– (Galería Carlos de Orleáns, Capilla de San Calais y Ala Luis XII), Renacimiento –siglo XVI– (Ala Francisco I: fachada de Loges) y Clásico –siglo XVII– (Ala Gastón de Orleáns).

Tras las fotos, del exterior, que solemos hacer en todos los lugares, pasamos junto a la Casa de la Magia, situada en el otro extremo de la misma plaza en un singular, antiguo y bonito edificio en memoria de Jean Eugène Robert-Houdin (el mago más importante de todos los tiempos).

La plaza del castillo y la de la catedral están situadas en la parte más alta de la ciudad, dirigimos nuestros pasos hacia la Catedral de Blois (de San Luis).

Frutas en Blois (Francia)

Se encuentra asentada sobre una gran plaza y es la quinta iglesia edificada sobre el mismo lugar. Tiene zonas edificadas desde el siglo XII al XIX (la cripta y el oratorio, la primera bajo el coro y éste a la izquierda de la entrada, pertenece al siglo XII y el deambulatorio y la capilla del ábside, consagrada a la Virgen María, pertenecen al siglo XIX. Las 31 vidrieras, que adornan las 16 capillas que se encuentran en los laterales, pertenecen al siglo XX). Su forma es longitudinal, con un pasillo central y dos corredores laterales, uno a cada lado, que conducen hasta el coro.

La capilla consagrada a San Pedro (antaño ubicada fuera del recinto de la ciudad, en el cementerio) está en la colegiata de San Solemne. La cripta, una de las más amplias del siglo XI, utilizaba en su construcción los muros exteriores de la iglesia.

En 1.132 el obispo de Chartres, a cuya diócesis pertenecía Blois, confía la colegiata a los canónigos de la Abadía de Bourgmoyen (hoy desaparecida) que acaban la reedificación sobre el 1.150. De ella subsiste el piso inferior del campanario –hoy oratorio–, con bóvedas de ojivas arcaicas, y el suelo de la iglesia, a más de dos metros bajo el nivel actual.

En el reinado de Francisco I, en el siglo XVI, se volvió a edificar la iglesia. Un huracán, en 1.678, destruyó las vidrieras mayores y arruinó el edificio (el nivel de esta construcción está un metro por debajo del actual). En la actualidad, de esta época, sólo quedan el ábside, la fachada occidental y los pisos superiores del campanario (la portada oblicua que se antepone a la fachada debe ser del siglo XV y se restauró en el XIX).

Catedral de Blois (Francia)

La caja del órgano se debe a un ofrecimiento de Luis XIV, en 1.704.

Y, para terminar, en el siglo XIX se edificó el deambulatorio (coro) actual y la capilla absidial de la Virgen María.

Regresamos hacia el Castillo, que bordeamos por su parte derecha –llegamos a él por su parte izquierda –, para bajar por una bonita, amplia, singular e impresionante escalera de granito que da a la calle Denis Papin, para tomar la calle Porte du Côté, donde, por minutos, encontramos abierta una tienda de fotografía en la que pido que intenten recuperarme las fotografías de la tarjeta averiada ¡Imposible! No pueden recuperar las fotografías. Salvo todas las tarjetas en un CD (a 5 euros por tarjeta –son tres–, aunque me gravan todas en un solo CD). Me dejo 15 euros en la tienda de fotografía. Aquí también hay piratas que te roban a mano descubierta.

Tendré que esperar a llegar a Madrid para ver si se pueden recuperar las fotografías (adelanto el resultado: ¡No! Han sido incapaces de recuperar las fotografías tanto Blois como en Madrid y Barcelona –donde me dijeron que habían enviado la tarjeta defectuosa porque allí tenían mejores medios técnicos–).

Nos dirigimos a los coches para continuar y, en una plaza compramos productos de la tierra, en este caso dos magníficos y sabrosos quesos artesanales (ambos de cabra, uno curado, cubierto de ceniza, y el otro fresco y untuoso a las finas hierbas).

¡Estamos deseando que llegue la hora de la comida para probarlos!

Abandonamos definitivamente Blois, cruzando una vez más el Loira, y ponemos rumbo a Chartres .

Los campos, como siempre, cuidados y en preparación para la siguiente temporada de labor, o cuajados de girasoles.

Paramos a comer en un “aire”. Mesas y bancos de madera muy bien conservados, baños con papel higiénico y agua caliente, etc. ¡Esto es un lujo asiático! Y comemos fiambre y queso ¡Qué rico está todo!

¡Que buen tiempo nos está haciendo!

Portada Catedral de Chartres (Francia)

Mientras comemos dos ingenios labriegos recogen el girasol de un campo limítrofe, no corren ¡Vuelan! Mientras cortan y recogen el girasol un tractor acerca un contenedor donde, a intervalos de tiempo muy cortos, van echando las flores de girasol. En lo que comemos, ellos recogen todo lo que alcanzamos a ver y, dado que estamos en la campiña francesa, llana como la palma de la mano, es mucho lo que vemos.

Llegamos a Chartres . A juzgar por lo que veo, recoleta ciudad, y subimos con el coche hasta la mismísima plaza de la catedral.

La subida tiene su aquel. Las calles que discurren a los pies de la plaza son estrechas y de una sola dirección, con espacios reducidos para aparcamiento (de pago, por supuesto) y no hay indicación alguna de por dónde se sube directamente. Afortunadamente no damos muchas vueltas para llegar.

En la plaza también se paga por aparcar y tras esperar unos pocos minutos a que dos automóviles nos dejaran su sitio aparcamos frente a la Catedral.

Esta Catedral es impresionante, a pesar de estar en rehabilitación –lo que impide ver su flanco derecho en toda su imponente belleza–, edificada en la parte más elevada de la ciudad de 1.194 a 1.245.

Sus alrededores se componen de una amplia plaza con un mínimo aparcamiento en batería (donde hemos aparcado nosotros), por su lado derecho, comercios y cafeterías y restaurantes; por su lado izquierdo está limitada por un calleja, que se va ensanchando a medida que te desplazas hacia la plaza principal, donde se encuentra la monumental fachada, el Pórtico Real, y una plaza ajardinada (desde la que se pueden contemplar las dos torres, rematadas en aguja, que protegen al rosetón central y que, curiosamente, no son simétricas. La izquierda es, visiblemente más alta que la derecha y, además, son visibles las campanas que alberga). En su parte trasera hay un pequeño, y tranquilo, jardín al que casi nadie presta atención y desde el que se divisa la ciudad que se extiende a sus pies.

Entramos en esta colosal construcción y disfrutamos de la luz que se filtra a través de los tres rosetones (en la fachada principal y a cada lado del transepto) de coloridos vidrios.

Primero haré una descripción del arte Gótico:

Portada de la Virgen (Chartres (Francia)

La arquitectura gótica, originada entre Inglaterra y Normandía, en el siglo XI, e implantada en Francia a mediados del siglo XII, desarrolla el tema de la bóveda ogival (o de crucería) que ya existía en edificios románicos, como en San Víctor de Marsella, e incluso anteriores, como las naves de Durham del 1096 o el Mirhab de Kairuan del siglo IX. Este sistema permitía una concentración de cargas que podían ser contrarrestadas con contrafuertes y arbotantes y, a la vez, permitía sustituir los muros por ventanales y vidrieras.

La verticalidad, la linealidad y la transparencia predominaban sobre los valores de masa y horizontalidad del período románico. La mentalidad racionalista, que invadió Europa después de la ruptura con el mundo bizantino, quería racionalizar totalmente la visión del Universo y fusionar el mundo material y el espiritual en un mismo esquema mental geométrico y riguroso. Por eso predominan los valores lineales: aristas, molduras, tracerías caladas..., que harán desaparecer las masas hasta trepanar al máximo la arquitectura. Lineal y calada, necesitaba verticalizarse y concentrar las cargas, y por ello utilizó la técnica de crucería. Al igual que las Summae, que encarnan el ideal de sabiduría de esta Edad de la Razón, una catedral gótica quiere ser un edificio jerárquico en el que todo tiende hacia una unidad suprema, y en el que están presentes todas las cosas del mundo, desde las plantas y los animales hasta los hombres, en un camino ascendente que pasa por los santos y los coros de Pepees hasta llegar a Dios. Un aforismo escolástico pedía acudir a los sentidos para hacer más clara la razón, y la geometría estaba presente tanto en la teología como en los tratados científicos. El edificio gótico, concebido geométricamente, dejando interpenetrar el espacio exterior con el interior a través de las vidrieras y los rosetones, participa en este conflicto entre la fe y la razón, con la piedra y la luz, colabora en la tarea de demostrar la fe con argumentos racionales. A finales del siglo XIII este mundo mental se acabará: la arquitectura humanizada, la renacentista, será ya otra cosa.

El arco apuntado y la bóveda de crucería definen la arquitectura gótica desde el punto de vista de la técnica constructiva; se suele subrayar las soluciones que ofrece –arbotantes, contrafuertes, pináculos, gárgolas, agujas, rosetones... – o los signos figurativos –verticalidad, linealidad–. Cabe considerar, sin embargo, que el carácter gótico de un edificio lo confiere la nueva concepción del espacio y la idea de continuidad que se establece entre los distintos elementos de la construcción.

Vidrieras de Chartres (Francia)

En el interior románico cada tramo se caracteriza por una cierta proporción entre longitud, altura y anchura; en cambio, las relaciones de toda la iglesia sólo las podemos percibir de forma indirecta, como suma de todos los tramos; por ello muchas iglesias románicas nos parecen bajas en comparación a su longitud. Por el contrario, en el interior gótico los tramos no pueden aislarse: la relación o comparación debe hacerse entre altura, longitud y anchura totales, y por ello las tres dimensiones tienen que ser mensurables y no muy distintas entre ellas. La altura, pues, tiene que estar en proporción con todo el edificio, y no sólo con un tramo. Por eso las iglesias góticas son tan altas: se quieren equilibrar con la altura las dimensiones planimétricas.

Todo esto, obviamente, está sacado de Internet y lo he puesto porque me parece interesante conocer el estilo y sus claves a la hora de acercarnos a los singulares edificios que durante este viaje hemos visitado.

Y, ahora, ahondo un poco más en esta Catedral, concretamente.

La de Notre Dame de Chartres es el paradigma de catedral, y prototipo del Gótico francés. El incendio de 1194 devastó gran parte de la ciudad, incluida la Catedral, de la que sólo quedó la fachada occidental. La reconstrucción se inició de inmediato: la diócesis de Chartres, posiblemente, era la más grande y rica de Francia. Las dimensiones del edificio son: longitud total: 130 m, transepto 65 m, anchura de la nave principal 16,5 m, anchura total 33 m, altura de la bóveda 37,5 m.

En su fachada principal, la del Pórtico Real, los tres pórticos dan a entender a quien contempla el edificio que se trata de una iglesia de tres naves y que la central es de mayor altura que las laterales. Las torres subrayan el impulso ascensional y están proporcionalmente relacionadas con la fachada (la altura de la torre de la izquierda es el doble de la de la fachada; su flecha es un tercio de la altura total de la torre). Cornisas horizontales la dividen en 3 pisos: en la base los tres pórticos, muy decorados escultóricamente; en el piso del medio, tres grandes ventanales que dan luz al interior; en el tercero, el rosetón, de 12 metros de diámetro, con una estructura geométrica constituida por 3 círculos concéntricos, simbolizando, a la vez, a Cristo (el sol) y a María (la rosa). Los pilares adosados al muro, a la vez que separan pórticos y ventanas, subrayan la subdivisión en 3 naves del interior, y equilibran el conjunto contrarrestando, con sus líneas verticales, las horizontales de las cornisas.

Fachada Principal de la Catedral de Chartres

Si el exterior da una sensación de macizo por la presencia de los contrafuertes y de los gruesos arbotantes, el interior se nos presenta dividido en dos zonas separadas por el amplio transepto de tres naves; por un lado, la cabecera con cinco naves de cuatro tramos y un doble deambulatorio (girola) de siete tramos con capillas radiales; por otro, la nave central, cuyo alzado presenta tres pisos: la arcada principal, el triforio ( elemento situado en las naves centrales, justo encima de las arcadas que dan a las naves laterales. Consiste en una línea de ventanas, normalmente geminadas, abiertas en el grueso de los muros. No debe confundirse con la tribuna, que es un pasillo cuya anchura coincide con la de la nave lateral sobre la que está construida. Cuando coinciden tribuna y triforio, aquélla constituye el segundo piso, siendo el triforio el tercero . ) y el piso de ventanas. "El piso superior, de una altura inhabitual, comienza bajo el nivel del nacimiento de las bóvedas, punto en que éstas empiezan a curvarse. De modo que este piso y la arcada principal son casi de la misma altura: zonas amplias, luminosas y separadas por el triforio sin ventanas. Entre cada intercolumnio (espacio comprendido entre dos columnas) del piso superior hay un gran óculo lobular, o ventana circular con borde festonado, sobrepuesto a un par de apuntadas ventanas. Más abajo, los intercolumnios de la arcada principal se iluminan mediante ventanas abiertas en las paredes exteriores de la nave lateral.

Cada pilar de la arcada principal está formado por un núcleo muy grueso rodeado de cuatro columnitas, dispuestas alrededor del núcleo a intervalos regulares para proporcionar "esquinas" a los pilares. Al contemplar la nave desde arriba, se ve una alternancia de pilares de núcleo octogonal combinado con columnitas cilíndricas y de pilares de núcleo cilíndrico rodeados de columnitas octogonales.

Uno de los elementos que contribuye a la configuración del espacio interior son las vidrieras. Chartres conserva la mejor colección de vidrieras originales góticas de Europa. Desde un punto de vista técnico la ejecución de una vidriera requiere, de entrada, un diseño sobre el que se estudiaba la manera de ordenar las piezas y los tonos de color. Se tallaban, con hierro candente, trozos de láminas de vidrios de colores, de grosores diferentes si se querían obtener gradaciones tonales, y, siguiendo el dibujo del artista, se montaban mediante un emplomado. Los rasgos de la cara se definían y perfilaban con la técnica de la grisalla (aplicación, con pincel, de tintas de color oscuro). Cada escena se enmarcaba en recuadros polibulados. Las escenas, que debemos leer de abajo a arriba, tienen pocas figuras, de tipo bidimensional, y con la expresión centrada en el gesto. El dibujo es refinado y preciso, los colores son fuertes con predominio de los rojos, los azules, los amarillos y los verdes. Los colores básicos combinados proyectan sobre la piedra gris calcárea del interior una luz tamizada que suaviza la dureza del cincelado de la piedra.

Hasta aquí lo que ha dado de sí la catedral (por dentro) si hablamos del exterior habría que escribir un libro.

Los arbotantes, pináculos, gárgolas, esculturas en los frontones de los pórticos, esculturas en los laterales, etc. merecen un detallado relato, pero como este es un cuaderno de viaje (un poco más extenso de lo normal, pero cuaderno de viaje al fin y al cabo) no voy a meterme en más profundidades, por lo que dejo que cada cual ahonde en el conocimiento de lo que más le llame la atención.

Eso sí, me vais a permitir poner un plano de la catedral (los planos siempre quedan muy bien y ayudan mucho a situarse), para que, a los que hemos estado allí y no tenemos mucho concepto del espacio, nos cueste un poco menos situarnos en cada uno de los sitios y sirve de orientación en cuanto a lo que se describe (norte arriba, sur abajo, este a la derecha y oeste a la izquierda).

Plano de la Catedral de Chartres

 

Ya sé que he puesto un plano antes pero este sitúa en su lugar exacto los temas que se tratan en las vidrieras.

¡Ahí va!

Plano de los vitrales de la Catedral de Chartres

01: Árbol de Jessé - Genealogía de Cristo (siglo XII) 02: La vida de Cristo 03: Pasión y Resurrección 04: Rosetón Oeste: El Juicio Final
05: Noé 06: San Lubin 07: San Eustaquio 08: José
09: San Nicolás 10: La pasión tipológica o redención 11: El hijo pródigo 12: Rosetón Meridional: El Apocalipsis
13: San Germain de Auxerre 14: San Nicolás 15: Santo Tomás 16: San Julián El Hospitalario
17: San Savinien y San Potentien 18: San Cheron 19: San Etienne 20: San Pantaleón
21: San Teodoro y San Vicente 22: Carlomagno 23: San Jaime El Mayor 24: San Simón y San Judas
25: Los Apóstoles 26: San Andrés 27: San Pablo 28: San Silvestre
29: San Rémi 30: San Nicolás 31: Santa-Margarita y Santa-Catarina 32: Santo Thomas Becket
33: San Martín 34: El Zodíaco 35: La Virgen 36: Nuestra Señora de la Bonita Vidriera
37: San Antonio y San Pablo 38: Rosetón Norte 39: San Apolinar 40: Los milagros de Nuestra Señora
41: La glorificación de la Virgen 42: El Buen Samaritano 43: Santa María Magdalena 44: San Juan El Evangelista

No sólo hay estos personajes en las vidrieras, a su vez, éstas se subdividen en más motivos religiosos, pero ya me he extendido demasiado.

Reloj de la catedral de Chartres (Francia)

Cuando salimos, por el porche norte donde se encuentra el bonito y curioso Pabellón del Reloj, llegó un grupo de gente, de todas las edades, con sus útiles de dibujo y se pusieron a tomar bocetos y apuntes de ese lado de la Catedral. Norberto les miró como si fueran compañeros de taller.

Visité el jardín que se encuentra en la cabecera de la Catedral en el que, como ya he dicho al principio casi nadie repara, y gocé de las magníficas vistas que se pueden contemplar de la ciudad.

Volvimos a la fachada sur, donde tenemos aparcados los coches, para sentarnos cómodamente en la terraza de un bar, frente a la catedral, donde tomamos unos cafés caros y bien servidos (en cuanto a cantidad y calidad) y los niños un chocolate o un helado (según).

Hicimos fotografías del reloj de sol que hay en la esquina suroeste y continuamos viaje hacia París.

Por la autopista, creo que es la A-11 (E 05) y después la A-10, llegamos a Paris.

Entramos en lo que para nosotros sería la “M-30” y buscamos la entrada adecuada para llegar al hotel Ibis que Pepe ha seleccionado de la lista de hoteles que lleva preparada.

Salimos de la vía rápida y localizamos el hotel. Nos dicen que allí no tienen habitaciones para cuatro personas (por más que le insistimos en que son dos adultos y dos niñas pequeñas, no ceden –gracias a eso, al final, encontraremos otro mejor situado y comunicado–), por lo que nos manda a otro, cercano, de la misma cadena que sí dispone de habitaciones para albergar a cuatro personas.

Entramos en el cinturón de circulación rápida, otra vez, con destino a la salida de la Porte de Versalles – Mairie D'Issy. La encontramos rápidamente, tomando el cinturón exterior (hay otro interior) y salimos en una zona de obras, callejeamos un poco nos sentimos perdidos y preguntamos.

Torre Eiffel (París)

Una gentil ciudadana de origen asiático me explica sobre un papel dónde está la avenida que buscamos (aquí sería una calleja), que casualmente está en paralelo a la calle por la que circulamos. Con suerte, y siguiendo sus instrucciones, llegamos al hotel que será nuestro cuartel general durante los próximos cinco días.

Nos inscribimos, a nosotros nos toca una habitación un poco abuhardillada en la planta cuarta y otra –abuhardillada completamente– en la planta quinta. Última planta del hotel. Ambas tienen sendos ventanales de tejado (muy útiles aquí pues se pueden abrir, incluso lloviendo, y no penetra el agua mientras se refresca la habitación). Me gusta mi habitación.

Dejamos todo, aparcamos los coches en el parking del hotel y proponemos (es temprano todavía para cenar y quedan dos horas, o más, de sol) acercarnos en Metro a la Torre Eiffel ¡A ver si conseguimos entrar!

Dicho y hecho, tomamos el Metro en la estación de Mairie D'Issy, a cincuenta metros escasos del hotel, última estación de la línea 12 (verde oscuro), donde compramos billetes para los niños y para los adultos (10 para unos y otros tantos para los otros) y nos dirigimos hacia la estación Pasteur, donde transbordaremos a la línea 6 (verde oliva) hasta Bir-Hakeim.

Me gusta a mí este Metro. Todas las estaciones y pasillos están acabados con losetas blancas (nada de complicados diseños ni colores rimbombantes), los trenes, aunque viejos y sin aire acondicionado –cosa que aquí no sé si llega a hacer falta en alguna época del año–, funcionan con una frecuencia que ya quisiera para sí el Metro de Madrid. Además no observo ni pintadas, ni graffitis ni cosas por el estilo (tanto en andenes como en trenes) y, en cada línea, los vagones sólo llevan planos de la línea en la que te encuentras, con indicación de los monumentos en las estaciones donde se encuentran éstos (en los andenes sí hay planos de todas la líneas y sus puntos de conexión). A Esto le llamo yo simplicidad y facilidad para entender los planos. En los vagones las indicaciones están en francés (obviamente), inglés, alemán, español e italiano (igualito que en España).

Llegamos a la estación cercana a la Torre Eiffel y al dar la vuelta a la esquina ya admiramos la esbeltez de la emblemática torre.

Torre Eiffel (Paris)

Bueno creo que no somos los únicos que tienen la idea de visitar la Torre Eiffel al atardecer. Hay una cola de dos horas para entrar. Esperamos las dos horas. Son las siete y media de la tarde cuando llegamos y las nueve y media cuando nos toca el turno de entrar. En el entreacto hacemos fotos desde los jardines del Campo de Marte, desde abajo desde un lado, desde otro, etc.

Empieza a atardecer y comienzan a destellar miles de luces (como falsees) a lo largo (alto) de toda la Torre, tanto en sentido ascendente como descendente. De un momento a otro se iluminará definitivamente con un tono anaranjado que la cubrirá por completo.

Efectivamente, llega la tarde noche y se ilumina por completo. Desde aquí abajo es impresionante ver una estructura tan alta como iluminada.

Mientras esperamos para entrar voy a dar algunos datos sobre ella:

Fue ideada por Gustave Eiffel, asistido en su construcción por los ingenieros Maurice Koechlin y Emile Nouguier y por el arquitecto Stephen Sauves.

Los estudios sobre el proyecto comenzaron en 1884, su construcción –en conmemoración del centenario de la Revolución Francesa–, a pesar de las fuertes protestas y de las críticas severas de los parisinos y de los intelectuales franceses, en 1887 y se terminó 26 meses más tarde en 1889. Estaba prevista la destrucción de la torre metálica después de la Exposición Universal de 1900. Las pruebas de transmisión radiofónica efectuadas por la armada francesa antes de la fecha fatídica del proyecto de demolición, salvaron finalmente la torre.

Desde el suelo hasta el mástil de la bandera la torre medía 312,27 metros en 1889 y hoy mide 324 metros, con sus antenas (los estudios iniciales la elevaban hasta los 350 m, pero el miedo de los parisinos lo hizo inviable). Actualmente, diferentes cadenas de televisión francesa han instalado sus antenas en la cumbre de la torre.

Para su construcción se utilizaron 18.038 piezas entrecruzadas fijadas por 2.500.000 remaches, todo ello de hierro forjado. La estructura de la obra es muy aireada y robusta, su peso, cuando se construyó, era de 7.300 Tm., hoy se calcula en 10.000 Tm. La parte más alta, en condiciones de fuerte viento, puede oscilar de 6 a 7 cm, su altura puede incrementarse en 18 cm por efecto del calor y en la base, por cm 2 , se ejerce una presión de 4,5 Kg.

Torre Eiffel (Paris)

La primera planta está situada a 57,63 m de altura, la segunda a 115,73m, la plancha intermedia que une la aguja con la segunda planta a 195,93 y la última planta a 276,13 m.

Está iluminada por 352 proyectores de sodio, que producen una luz anaranjada, de 1.000 vatios y centellea, cada media hora por la noche, con 20.000 ampollas y 800, más, parpadeantes.

1.665 escalones separan la base del segundo piso (creo que hay escalera para llegar a la cúspide pero no es accesible al público, es para los servicios de la Torre). Hay dos ascensores transparentes que suben hasta el segundo piso, donde se encuentran una gran cantidad de boutiques de souvenirs.

Para dar más vida y elegancia a la torre, 4 reflectores con luces de xenón de 6.000 vatios, con movimiento individual de 90º, –con un alcance de 80 Km– giran de manera permanente en la cumbre.

Es mantenida y pintada cada 7 años con 50 Tm. de pintura –esta tarea es realizada por obreros expertos en deportes de escalada acrobática–.

En ocasiones, el color de la pintura se cambia, aunque en 2.005 la torre mostró una tonalidad parda. En el primer piso, hay consolas que permiten votar en la elección del futuro color de la estructura. El color original de la torre fue el amarillo, aunque hoy en día no quede nada de él.

Pertenece a las autoridades locales de París, pero es explotada por una sociedad privada, la "Société Nouvelle de l'Exploitation de la Tour Eiffel".

En cada una de las bases, orientadas a Chaillot (la colina) , Grenelle, Champ de Mars (el jardín) y Paris (centro histórico), hay una placa, con los nombres de los sabios más prestigiosos de la época (de la de Eiffel, que fue quien las puso), en las que figuran los siguientes nombres:

Cara Palacio Chaillot (Trocadero)

1. Seguin
(Mecánico)
2. Lalande
(Astrónomo)
3. Tresca
(Ingeniero y Mecánico)
4. Poncelet
(Geómetra)
5. Bresse
(Matemático)
6. Lagrange
(Geómetra)
7. Belanger
(Matemático)
8. Cuvier
(Naturalista)
9. Laplace
(Astrónomo y Matemático)

10. Dulong
(Físico)
11. Chasles
(Geómetra)
12. Lavoisier
(Químico)
13. Ampere
(Matemático y Físico)
14. Chevreul
(Químico)
15. Flachat
(Ingeniero)
16. Navier
(Matemático)
17. Legendre
(Geómetra)
18. Chaptal
(Agrónomo y
Químico)

 

 

Cara Grenelle

19. Jamin
(Físico)
20. Gay-Lussac
(Químico)
21. Fizeau
(Físico)
22. Schneider
(Industrial)
23. Le Chatelier
(Ingeniero)
24. Berthier
(Geólogo)
25. Barral
(Agrónomo, Químico y Físico)
26. De Dion
(Ingeniero)
27. Goüin
(Ingeniero e
Industrial)

28. Jousselin
(Ingeniero)
29. Broca
(Cirujano)
30. Becquerel
(Físico)
31. Coriolis
(Matemático)
32. Cail
(Industrial)
33. Triger
(Ingeniero)
34. Giffard
(Ingeniero)
35. Perrier
(Geógrafo y Matemático)
36. Sturm
(Matemático)

 

Cara Campo de Marte (Escuela del Ejército)

37. Cauchy
(Matemático)
38. Belgrand
(Ingeniero)
39. Regnault
(Químico y
Físico)
40. Fresnel
(Físico)
41. De Prony
(Ingeniero)
42. Vicat
(Ingeniero)
43. Ebelmen
(Químico)
44. Coulomb
(Físico)
45. Poinsot
(Matemático)

46. Foucault
(Físico)
47. Delaunay
(Astrónomo)
48. Morin
(Matemático y Físico)
49. Haüy
(Geólogo)
50. Combes
(Ingeniero y Metalúrgico)
51. Thénard
(Químico)
52. Arago
(Astrónomo y Físico)
53. Poisson
(Matemático)
54. Monge
(Geómetra)

 

 

Cara Paris (centro histórico)

55. Petiet
(Ingeniero)
56. Daguerre
(Pintor y Físico)
57. Wurtz
(Químico)
58. Le Verrier
(Astrónomo)
59. Perdonnet
(Ingeniero)
60. Delambre
(Astrónomo)
61. Malus
(Físico)
62. Breguet
(Físico y constructor)
63. Polonceau
(Ingeniero)

64. Dumas
(Químico)
65. Clapeyron
(Ingeniero)
66. Borda
(Matemático)
67. Fourier
(Matemático)
68. Bichat
(Anatomista y Fisiologo)
69. Sauvage
(Mecánico)
70. Pelouze
(Químico)
71. Carnot
(Matemático)
72. Lamé
(Geómetra)

Nos llega el turno de entrar. Las entradas, para subir hasta la punta que culmina la torre –último grupo del día–, caras. Esperamos pacientemente la llegada del ascensor, de dos plantas (nos toca ir abajo), y cuando abren las puertas entramos hasta llenar el ascensor (no sé cómo lo hacen pero deben pesar al conjunto de los que entramos porque a alguno le dicen que salga y espere al siguiente turno). Comienza el ascenso.

Detalle Torre Eiffel (Paris)

El ascensor está acristalado, lo que permite que veas la estructura por la que subes y las vistas que, a medida que ganas altura, se van haciendo más y más amplias del Campo de Marte, de Trocadero, del Sena… de las luces de la ciudad, en general.

Ya es noche cerrada cuando llegamos a la segunda planta, donde hemos de transbordar al ascensor que nos acercará al cielo, en la punta que culmina la construcción. Desde aquí, dado que estamos “encarrilados” no nos paramos a ver “París la nuit” (lo dejamos para cuando estemos en la tercera y última planta).

Esperamos turno, haciendo zigzag por un camino de cordones (al estilo del mejor de nuestros bancos para llegar a la ventanilla de caja), hasta que llegamos a la zona de ascensores (creo que son dos los que suben, o al menos están en funcionamiento, de los cuatro que hay). Tomamos el que nos corresponde y subimos en un abrir y cerrar de ojos (éstos de cristal hasta el techo con lo que ves cómo te acercas al final de la estructura, cuando subes y cómo te alejas de ésta al bajar). En la espera coincidimos con un matrimonio argentino que ya tiene experiencia en la Torre (han estado en más ocasiones) y con los que entablamos conversación para que la espera, suya y nuestra, sea más corta.

Llegamos al techo de París y salimos a una sala acristalada donde, en unos paneles retroiluminados que circundan toda la cúpula, se ve todo París con indicación de los sitios más señalados. Sobre el cristal, también circundando la sala, se encuentran las distancias a las que se encuentran las ciudades más importantes del mundo en línea recta desde el lugar en el que está puesto el nombre de la ciudad (Madrid a 1.059 Km).

Las vistas, como no podía ser de otra manera, son inigualables. Todo París se despliega a nuestros pies. Aquí se entiende por qué recibe el nombre de “Ciudad de la Luz”.

Aquí arriba estamos, además de parte de los de nuestro turno, muchos otros de los turnos anteriores (les debe costar abandonar las alturas) y hay más gente esperando abajo ¡Y son las diez de la noche!

Subimos un tramo de escaleras, de hierro –claro–, y salimos al exterior, donde azota un vientecillo que te penetra hasta los huesos. Esta zona está protegida por un enrejado metálico para que nadie tenga la tentación de “salir volando”. No salgo de mi asombro, hace unas horas estábamos viendo arte gótico y ahora estamos en la cima del modernismo.

Una vez visto todo, situadas las direcciones y distancias de las principales ciudades del mundo y recorrida toda la planta superior comenzamos el descenso a suelo firme.

Ascensores y bajando (en el que nos lleva hasta la salida nos toca en la plataforma superior).

De regreso, compramos –como recuerdo– una “torre Eiffel”, en un puesto ambulante, paramos a cenar en un restaurante italiano que se encuentra junto a la estación de Metro (Bir-Hakeim), y lleno a rebosar (supongo que como la pizza le gusta a todo el mundo y no es muy complicado pedirla coincidimos todos los guiris allí). Pizzas y pasta para los niños y retorno al hotel.

¡A dormir que ya es hora!

Panorámica des de la Torre Eiffel (Paris)

 

 

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R. Rico

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