VIETNAM
LA MATANZA MY LAI
 
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En 1968 un regimiento de soldados norteamericanos masacró a la indefensa población civil de la aldea vietnamita de My Lai. El ejército norteamericano intentó denodadamente ocultar la brutal matanza. A pesar de sus esfuerzos, este hecho tan horrible fue difundido por los medios de comunicación y llegó hasta la opinión pública. Lo ocurrido en My Lai es el símbolo del desamparo de la vida humilde frente a la devastadora maquinaria bélica del poder. En la historia, el poder (desde su conjunción de fuerzas políticas, económicas y militares) siempre se construye sobre ensangrentados valles de inocentes masacrados. La silenciosa tragedia de los desamparados es ocultada bajo las ostentosos estandartes del poder triunfante. 

HISTORIA:

En la mañana del 16 de marzo de 1968 más de 100 soldados estadounidenses llegaron por helicóptero al poblado de My Lai en Vietnam y, sin encontrar al enemigo, durante varias horas mataron a 350 civiles, la mayoría mujeres, niños y viejos. La matanza de My Lai, en medio de una de las guerras intervencionistas más sangrientas de la historia estadounidense, marcó una tragedia cuya herida histórica aún no se cura.

En un área de menos de cuatro kilómetros de My Lai esa misma mañana, otra agrupación de soldados estadounidenses iniciaron un asalto al poblado de My Khe, y de nuevo al no encontrar a las fuerzas enemigas, asesinaron a todas las mujeres, niños y viejos que se encontraron, entre 60 y 155 civiles.

Pronto los soldados empezaron a disparar contra cualquier cosa que se moviera (incluso animales de granja, como cerdos, gallinas, patos y vacas). Las tropas gritaban dentro de las pequeñas chozas para que sus habitantes salieran, y les indicaban con señales de mano que debían salir. Si nadie respondía, tiraban granadas dentro de los refugios y casas. Muchos soldados no se molestaron en usar este procedimiento y lanzaron granadas de mano dentro de las chozas, estuvieran o no ocupadas. Algunos grupos pequeños de personas se empezaron a reunir, en una parte del caserío, creando un grupo más nutrido de entre 50 y 60 ancianos, mujeres y niños. Algunas eran madres que llevaban a sus bebés en brazos, y otras estaban tan heridas que difícilmente podían caminar. Minutos después de entrar a My Lai, un soldado se topó con una choza que había sido ametrallada, en ella descubrió a tres niños, una mujer con una espantosa herida abierta en el costado, y a un anciano en cuclillas, casi incapaz de moverse por las graves heridas que tenía en ambas piernas. El soldado apuntó su pistola calibre .45 a la cabeza del anciano y tiró del gatillo, volándole la tapa de los sesos...
Dos soldados se sorprendieron cuando una mujer, que cargaba un bebé en sus brazos y arrastraba a otro niño que apenas sabía caminar, salió corriendo de una choza de bambú. Uno de ellos disparó y la hirió. Una anciana, con una granada M-79 sin explotar dentro de su estómago abierto, se divisó tambaleante por la senda.
Un anciano que llevaba puesto un sombrero de paja y estaba sin camisa (era obvio que iba desarmado) se encontraba junto a un búfalo, en un arrozal, a unos 50 metros de distancia. Miembros del 1er. Pelotón dispararon inmediatamente contra el anciano después de que éste alzó las manos, mientras el Teniente Calley observaba.
Un soldado apuñaló con su bayoneta a un granjero vietnamita de mediana edad, sin ninguna razón aparente. Luego, mientras la víctima estaba en el suelo jadeando para respirar, el soldado lo remató. Este mismo soldado entonces agarró a otro hombre que estaba siendo detenido, le disparó en la nuca, tiró su cuerpo en un pozo, y lanzó una granada M-26 dentro del mismo.
Un soldado que caminaba descarriado, encontró a una joven mujer con un niño de unos cuatro años de edad. La obligó a satisfacer oralmente sus deseos sexuales mientras apuntaba con su arma a la cabeza del niño, amenazando con matarlo. Cuando apareció el Teniente Calley, le ordenó disgustado al soldado que se subiera los pantalones y que fuera a donde se suponía que debía estar.
El flanco derecho del 2º pelotón cruzó el sendero que cruzaba el flanco izquierdo del 1er. pelotón. Tropas del 1er. pelotón que llevaban caminando a un pequeño grupo de aldeanos para que fueran investigados, fueron abordados por un soldado del 2º pelotón quien airado insistió en que debian de matar a los aldeanos en ese momento. Solicitó un M-16 a cambio de su M-79, para iniciar él mismo la ejecución. Cuando rehusaron dárselo, tomó el M-16 de un soldado y disparó a la cabeza de un granjero vietnamita. Después se calmó.
Tres escuadras de soldados del 2º pelotón se acercaron en línea, lado a lado, vaciando las viviendas y luego lanzando granadas de fragmentación adentro de ellas. También dispararon fuego automático en ellas. Un grupo de niños de entre 6 y 7 años de edad que venía hacia ellos rápidamente fue abatido. Otro grupo de vietnamitas murió (bajo el fuego automático de ametralladoras y de fusiles M-16) frente a una choza, después de haberse apiñado en ella, tratando de protegerse. Un jefe de escuadra dijo a sus soldados que no le gustaba lo que estaban haciendo, pero que había que cumplir las órdenes.
Un soldado disparó contra una mujer que tenía un bebé, a una distancia de aproximadamente 25 metros. Casi cercenó su brazo derecho. Un frágil trozo de carne era lo único que lo sostenía unido al resto del cuerpo. Ella corrió hacia una choza, llevando aún así cargado a su bebé; alguien gritó que los mataran a los dos.
Una mujer de mediana edad que trataba de salir de un túnel valiéndose para ello de ambas manos (y revelando así, claramente, que estaba desarmada) murió por los disparos de un equipo de ametralladora. Este mismo equipo abrió fuego contra cualquier vietnamita que encontrara en su camino. El escenario continuó siendo de caos y confusión, con gente que corría y gritaba. Algunas de las tropas temían ser víctimas de los disparos de sus propios compañeros.
En un área despejada cerca de una pequeña choza, un grupo de quince vietnamitas se había reunido, cuatro mujeres de unos treinta años de edad, tres de unos cincuenta, tres jóvenes adolescentes y cinco niños de entre 3 y 14 años. Un soldado gritó una alerta para que cualquier soldado que estuviera detrás del grupo de vietnamitas se protegiera porque iban a abrir fuego. El primer disparo contra este grupo penetró la cabeza de un niño que su madre llevaba cargado, haciéndole volar la tapa posterior de los sesos al menor. Otros empezaron a disparar también; ninguno se detuvo hasta haber matado a todo el grupo.

Un soldado lanzó dos proyectiles desde su lanzagranadas M-79 contra un grupo de vietnamitas que estaban sentados en el suelo. La primera granada erró, la secunda cayó entre ellos con un impacto devastador. Sin embargo, algunos de ellos pudieron sobrevivir la explosión. Otro soldado acabó con ellos. Un tercer soldado se detuvo junto a un túnel y gritó para que salieran sus ocupantes. Los vietnamitas que lo ocupaban estaban empezando a salir, pero el soldado tiró adentro una granada de todas formas.
Detrás de los pelotones 1 y 2, el grupo de mando del Capitán Medina formó una línea de seguridad afuera de un arrozal detrás del perímetro occidental de My Lai 4. Habían transcurrido cerca de 45 minutos desde que las primeras tropas entraron a la aldea y el Capitán Medina esperaba para dar la orden de partir al 3er. pelotón.
El 1er. pelotón reunió a un grupo numeroso de entre 50 y 60 vietnamitas. Ellos estaban en cuclillas y había entre ellos de 10 a 15 varones con barba y diez mujeres, así como unas cuantas ancianas de cabello blanco que difícilmente podían caminar. El resto del grupo lo integraban niños de todas las edades - desde bebés hasta jóvenes adolescentes.

Para ese entonces (desde el momento en que su pelotón entró al caserío), el Teniente Calley había recibido dos llamadas de radio de un ansioso Capitán Medina, que exigía saber qué estaba sucediendo con su pelotón y a qué se debía el lento progreso a través del caserío. El Teniente Calley respondió que un grupo numeroso de vietnamitas que habían reunido estaba retardando el avance del pelotón. El Capitán Medina le ordenó que "los eliminara". El Sargento Calley se acercó a dos soldados que cuidaban al grupo de civiles y les dijo "encárguense de ellos". Los dos soldados respondieron "está bien".
El otro soldado participó en la matanza con el Teniente Calley, pero no pudo continuar y dejó de disparar casi al final, con lágrimas que rodaban por sus mejillas. En este momento, el soldado que no había participado vio que solamente unos pocos niños continuaban vivos. Sus madres se habían abalanzado sobre ellos como último recurso para proteger con sus cuerpos a los pequeños de la constante lluvia de balas. Los niños trataban de pararse. El Teniente Calley abrió fuego matándolos uno por uno. Luego el Teniente Calley dijo "Ya está bien, vámonos."

Diez miembros del primer pelotón vigilaban a un grupo de cuarenta a cincuenta vietnamitas en una zanja de irrigación. Mientras el Teniente Calley interrogaba a un monje budista a través de un intérprete, un niño de aproximadamente dos años de edad de alguna manera salió gateando de la zanja sin que los soldados lo notaran. El Teniente Calley caminó hacia el niño, lo alzó, lo tiró en la zanja y luego disparó contra él, antes de regresar para continuar con el interrogatorio del monje. Cansado de interrogarlo, el Teniente Calley, lo tiró a empujones en el arrozal, y abrió fuego con su M-16.

Mientras tanto, los soldados continuaban escoltando y forzando a los aldeanos vietnamitas a permanecer en la zanja de irrigación. Algunos fueron empujados, otros, lanzados; algunos saltaron ellos mismos; y otros continuaron sentados en el borde, esperando porque sabían que al estar en la zanja el final era inminente. Después que el Teniente Calley lanzó a una mujer herida en la zanja, se volteó hacia un soldado y le ordenó: "Cargue su ametralladora y dispare contra esta gente". Al responder el soldado: "Yo no voy a hacer eso", el Teniente Calley le apuntó su M-16 amenazando con dispararle en ese momento. El estancamiento terminó cuando el Teniente Calley retrocedió luego de intervenir otros soldados.

08:45 De la mañana: El Teniente Calley y otros soldados, siendo uno de ellos el mismo soldado que anteriormente había llorado y se había emocionado después de participar en la primera atrocidad a gran escala en la aldea, dispararon hacia la zanja de irrigación. Los vietnamitas trataron frenéticamente de esconderse unos bajo los cuerpos de otros, nuevamente las madres trataron desesperadamente de proteger a sus hijos y bebés cubriéndolos o escudándolos con los cuerpos de ellas. Trozos de hueso y de carne humana despedazados volaron por el aire, mientras vaciaban cargador tras cargador sobre la zanja poco profunda.

El Capitán Medina escuchó todos esos disparos y brevemente se preocupó creyendo que sus soldados habían hecho frente a una fuerte resistencia enemiga. Sin embargo, no se trataba de eso, nunca llegó a pasar eso en el caserío de My Lai. Nuevamente, los miembros de la Compañía C. no recibieron fuego enemigo, en lo absoluto. El 3er. Pelotón fue enviado, de acuerdo con el plan, a rastrear el área. Mataron a todos los animales que encontraron, algunas veces hiriendo deliberadamente a los cerdos y búfalos, por el puro placer de verlos retorcer en agonía. Incendiaron las chozas y lanzaron granadas en los tuneles.

Dos niños heridos, de una edad aproximada de cinco y ocho años, salieron corriendo y llorando. Un soldado les disparó a los dos en el pecho y en los hombros. Cuando se le preguntó por qué los había matado, el soldado respondió: "Porque ya estaban medio muertos". Un hombre y una mujer también recibieron disparos mientras corrían por un sendero de la aldea. Algunos soldados recorrieron el área rematando a los heridos; debieron disparar tres veces a una víctima que ya tenía dos heridas de bala en la espalda.

Después de salir el tercer pelotón de sus posiciones defensivas alrededor de la zona de aterrizaje, el grupo de mando del Capitán Medina se movió a través de un arrozal, y una arroyada de irrigación hacia la parte más al sur de la aldea. En cierto punto el Capitán Medina disparó dos veces hiriendo a una mujer que caminaba por un arrozal, llevando una pequeña canasta de paja. El Capitán Medina se acercó a la mujer herida, registró la canasta de paja, encontró jeringuillas y otros abastecimientos médicos, y luego procedió a dispararle dos veces más a la cabeza.

El Capitán Medina entró al caserío y poco después se topó, cerca de una pila de cadáveres, con un sargento vietnamita que servía de intérprete. El sargento vietnamita preguntó al Capitán Medina por qué habían matado a tantos civiles. El Capitán Medina respondió: "Sargento Minh, no pregunte nada - esas fueron las órdenes." Era evidente que el control del Capitán Medina sobre sus soldados había sido insignificante a partir del momento en que desembarcó.

11,00 horas. El centro de operaciones tácticas notificó al Tte. Cnel. Barker que varios pilotos habían reportado al comandante de su compañía que estaban matando a civiles inocentes. El Tte. Cnel. Barker rápidamente se comunicó por radio con su oficial ejecutivo, quien había estado volando sobre la zona de batalla, con instrucciones de que investigara qué era lo que estaba sucediendo, y que si los informes eran correctos que ordenara un alto inmediato. El Tte. Cnel. Barker deseaba que el Capitán Medina le confirmara que nada semejante había ocurrido. Poco después se ordenó un cese de fuego a la Compañía C.

Los muertos y los moribundos se encontraban por doquier. La gran mayoría de cuerpos eran cuadros extremadamente horrendos. En un caso, siete mujeres de entre 18 y 35 años fueron encontradas en el suelo, desnudas, con pequeños agujeros oscuros salpicados por todo el cuerpo.

   
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