Uno de los museos más desconocido es “Visite Des Egouts de París”, traducido es: Museo de las Cloacas de París. La ciudad desde la Edad Media ha sido una de las poblaciones más importantes del mundo, la ciudad se aprovisionaba directamente de las aguas del río Sena. La costumbre indicaba que aguas residuales se arrojaban directamente por la ventanas a las calles de tierra o a los campos, contaminado la capa freática y llegando nuevamente al río Sena creando un circulo que acaba por contaminar las aguas del propio río, en esos momentos se decía que la ciudad era una de las más bonitas y prosperas del mundo pero una de las más insalubres, se dice que la gente que visitaban París por primera vez podía olerla varios kilómetros antes de verla.
En el año 1200, Philippe Auguste ordena pavimentar las calles de París y se construye un canal en medio del pavimento por donde las aguas arrojadas desde la ventanas circulen libremente hasta el río Sena, esto supuso un primer paso para el control de las aguas residuales.
Es hacia el año 1370 cuando Hugues Aubriot, preboste de París, que ordena construir en la rúe Montmartre una alcantarilla cubierta y revestida con mampostería que desembocará en el riachuelo de Ménilmontant, aunque por toda la ciudad las aguas residuales siguen transcurriendo a cielo abierto.
El rey Louis XIV estaba muy preocupado de la insalubridad de París y encargo una investigación que concluía que uno de los principales problemas eran las aguas sucias, había que aumentar el alcantarillado, se construye la gran alcantarilla de las murallas de la orilla derecha, se conducen las aguas hasta el río de Bièvre desempeñando el papel de alcantarilla natural de la orilla izquierda del Sena. Con la llegada de Napoleón I se construyen los 30 primeros kilómetros de alcantarillas cubiertas.
Ya hemos hablado anteriormente del barón Hausmann, prefecto del Sena, y del ingeniero Eugène Belgrand, en 1850, para ver como se diseña la actual red de alcantarillas y aprovisionamiento de agua de París. En 1878 se construye una red de agua potable, única en el mundo, y una red separada para las aguas residuales de 600 Km. de longitud, que ha llegado a nuestros días.
Para evitar la contaminación y evacuación de las aguas Belgrand hace prevalecer la concepción totalmente nueva en el tratamiento del agua y es arrojar las aguas residuales río abajo y lo más lejos posible de la ciudad.
Para poder llevar a cabo esta idea, se instala una red de alcantarillas que utiliza el tipo de desagüe gravitatorio, donde no es posible por el terreno, se emplean estaciones de bombeo, que extraen las aguas de los barrios bajos para llevarlos a los altos y en cada calle se instala una alcantarilla.
El tamaño de las canalizaciones es tan grande que permiten circular las aguas potables y los trabajadores pueden circular por verdaderas calles subterráneas. Este vasto proyecto se completa en 1894 con una ley que tiene que educar a los parisinos con una filosofía que decía: “todo a la cloaca”.
Durante el siglo XX entre el periodo de 1914 y 1977 se construyen más de 1000 Km. de nuevas obras. Actualmente la red de alcantarillado de París es única en el mundo con 2.100 Km. de galerías técnicas. Contiene, además de dos redes de alimentación de agua potable y agua no potable, canalizaciones de agua helada para la climatización de edificios y almacenes, cables de telecomunicaciones y en algunas llegan tubos de aire comprimido para trabajos neumáticos. Se eliminan cada día 1,2 millones de metros cúbicos de agua, cada año se retiran de la red 15.000 m3 de residuos sólidos.
En 1935 se inicia el plan para la depuración industrial de las aguas de París, el objetivo es transportar todo el agua residual de la ciudad hasta Achères mediante una red de emisarios para ser tratada, se amplio con una nueva estaciones en Noisy-le-Grand, Valenton y Colombes.
La visita al museo comienza en la galería Victor Turgot, en un antiguo tramo del colector Biere, que circulaba entre la Concorde al Alma, se puede ver un conjunto de canalizaciones que constituye su particular sistema nervioso de la ciudad. Al final de la galería llegamos a un vagón compuerta utilizado para transportar los grandes residuos que se arrojan a las alcantarillas.
Después pasamos a la galería Pierre Emmanuel Bruneseau tiene sobre sus aguas un barco compuerta, esta máquina navega por los grandes colectores y pesa cinco toneladas, es el encargado de pescar lo que nadie quiere. Hay en la orilla una gran cuenca que es la encargada de atrapar las partículas sólidas que circulan por las aguas residuales, luego son extraídas mediante una draga que se puede observar por encima de la cuenca. Una pasarela situada al final de la galería tiene una alcantarilla básica como la de cualquier calle, esta situada en la rúe Cognac-Jay, así como la desembocadura del colector Bajo que se extiende a lo largo del río Sena desde el puente de Bercy.
Llegamos al pasaje de Duleau, hay que subir una escalerilla por donde circula el colector Bosquet que desemboca en la Escuela Militar , próximo a la torre Eiffel. Accedemos a la galería Eugène Belgrano se encuentra por encima para servir de decantador del Colector Bosquet, aquí se encuentra el pequeño Museo donde se muestra el ciclo del agua y el combate librado a lo largo de los siglos para preservar el equilibrio ecológico de la ciudad.
Seguimos por la galería Adolphe Mille, aquí hay un aliviadero previsto para las aguas de las tormentas, a su derecha una locomotora que tiraba de vagones donde se sacaban los sedimentos. A su izquierda, una antigua bomba de recogida de aguas, un poco más adelante se reconstruye una alcantarilla básica equipada con un depósito de descarga.
En el extremo izquierdo de la galería se inicia el punto de partida del emisario sur que lleva las aguas residuales de la orilla izquierda hacia el centro de depuración “Seine Aval” en Achères. La visita concluye con la visita a una pequeña exposición donde podemos ver algunos de los objetos que ilustran la historia de este museo.
Una vez realizado el tour por el subsuelo salimos a la superficie y verdaderamente nos damos cuenta lo mal que debía de oler París para hacer ese tipo de construcciones que llevaron los olores a muchos metros bajo la tierra; una buena experiencia que nos hace recapacitar como seria nuestra vida sin todas estas experiencias que ha ido acumulando el hombre, seguramente estemos en un punto que ya el hombre conocía durante el Imperio Romano y que supuso un retroceso cultural y técnico que tuvieron que pasar casi dieciocho siglos para darnos cuenta que la salud depende de la calidad del agua que bebemos.
|