Sevilla
PULSE PARA VER Qué ver en Sevilla Fotografías de Sevilla Áreas de AC
LA LEYENDA DEL CANDILEJO, SEVILLA
 
Directorio:

AUTOR: Rafael de la Oliva Cáceres

Una de las más conocidas y comentadas es la Leyenda de El Candilejo. Se debe a un episodio que se cuenta como histórico y que ha llegado hasta nuestros días más o menos cierto con lo ocurrido en la realidad. Se refiere a una de las muchas andanzas que se le atribuyen al rey justiciero.

Dicen las crónicas que Don Pedro era aficionado a correrías nocturnas y, que, despojado de sus atributos reales y en ropa de cualquier ciudadano recorría de noche las calles de Sevilla en busca de lances amorosos. Una de esas noches, en su deambular, en una calle se topó con un embozado que, por la estrechez de la misma le interrumpía el paso. Se enfrentaron para que cual de los dos había de ceder el espacio y preferencia a otro y, empecinados en que cada uno de ellos tenía la primacía, se enzarzaron en discusión que, a medida que se iban calentando los ánimos, se hacían más insolentes las frases intercambiadas, pues al ir los dos embozados, pretendían conocer la identidad de su enfrentado. Fueron subiendo de tono las palabras intercambiadas entre ambos, pues cada uno se preciaba de ser el candidato a la primacía, así de esta manera, enardeciéndose los ánimos, se llegó a los insultos y de ahí a relucir las espadas, entablándose un duelo entre los dos caballeros. Iniciado el duelo y, como consecuencia del mismo el monarca hirió de muerte a su adversario. Después de lo cual, huyó y volvió a palacio. A la mañana siguiente, corrió la voz por la ciudad de que había asesinado a un caballero muy principal de Sevilla, rumor que llegó a la corte. El rey, para dar muestra de su justicia y, de esta manera, encubrir su persona, dio orden de investigar el crimen y, al mismo tiempo, ofrecer una recompensa a quien presentase la cabeza del asesino. Quiso la mala suerte de rey que, una anciana, desde una ventana de una casa adyacente al suceso y, alumbrada con un candil, reconociese al monarca pues este, a consecuencia de un accidente, al caminar le crujían las rótulas de la rodilla. Esta mujer, invadida de terror ante la postura de tener que denunciar al soberano, tuvo una idea. Encargó a un amigo alfarero, sin declarar sus intenciones, que le hiciese un busto con la efigie del rey. Conseguida esta, la envolvió en un paño y, a través de ciertos servidores de palacio, la hizo llegar al monarca con un escrito donde denunciaba al matador. El rey no se inmutó por eso y mandó colocar el busto en la esquina de una de las casas situada en el escenario de la reyerta. Hoy se puede ver, en una hornacina situada a cierta altura y que al lado está el rótulo de la vía. Cabeza del Rey Don Pedro. En ángulo con esta calle se encuentra otra con el nombre de Calle del Candilejo.

 

Referencias

Fotografías gentileza:

M.C. de la Oliva Gutiérrez

 
   
PULSE PARA IR AL COMIENZO