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HISTORIA DE SEVILLA
 
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ALGUNAS COSAS DE SEVILLA

POR

AUTOR: Rafael de la Oliva Cáceres

 

No pretende ser una narración historiada de Sevilla, sino una forma de recordar algunos puntos que atañen a la Ciudad para que sirva de referencia a ciertas personas que sientan curiosidad por conocer algunos de los muchísimos tesoros que encierra nuestra capital.

Si empezamos por la antigüedad, toda la zona que comprende geográficamente el territorio del Sudoeste de España (parte de las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla) estaba inundada por el mar o lago Ligustinus. Los primeros pobladores, edificaron sus moradas clavando largas pértigas de madera, (troncos de árboles) en el fondo del lago, después, construyeron unas plataformas horizontales basadas en estos pilares, y, sobre estas sus moradas. De ahí viene el primitivo nombre de Ispal, (viviendas construidas sobre palos). Estos asentamientos también se les conocen como viviendas lacustre. No está muy determinado el lugar en que, según algunos historiadores, se sitúa el reino de Tartesos, del que hacen referencias, datándolo de los siglos VI, V, A.C.. Sin embargo, descubrimientos efectuados en las cercanías de Sevilla, Cerro del Carambolo, han dado como fruto el hallazgo del célebre tesoro, conjunto de piezas formado por placas pectorales confeccionados en oro que podría ser parte del ajuar de algún rey o caudillo y que está datado en el siglo VI A.C.. Se puede admirar en el museo arqueológico de la Ciudad. Mas tarde y, debido a la influencia de los navegantes sirios, fenicios y luego los griegos que ejercían su comercio por el Mediterráneo, y establecieron colonias en Cádiz y otros puntos de la costa, también fueron hacia territorios de tierra adentro atraídos por las riquezas naturales del interior, metales preciosos como oro, plata, hierro y cobre ya que el río, más tarde llamado Guadalquivir, les permitía navegar remontándolo y establecer comercio con los pobladores de los asentamientos del interior.

Posteriormente, los Cartagineses, pueblo del norte de África, ocuparon el sureste de la península, donde fundaron varias colonias, entre ellas, aunque no andaluza, pero si muy importante, Cartagena (Cartago Nova). Más adelante, en sus enfrentamientos con los romanos, Guerras Púnicas, estos últimos les fueron ganando sus anteriores conquistas hasta expulsarlos de Hispania, (nombre que le dieron los romanos a la península).

Efectuada la invasión y posterior romanización de Iberia, Sevilla, importante colonia, fue llamada Hispáis, (transformación romana del primitivo Ispal ), donde dejaron numerosos vestigios de sus construcciones, costumbres y, sobre todo, su idioma, pues el latín es la cuna de nuestra lengua española, aunque a través de los tiempos y, bajo influencia de otros pueblos a su paso por nuestro territorio, la hayan modificado. Uno de los impactos mas importantes de la civilización romana fue la fundación de Itálica, que se debe a Publio Cornelio Escisión, llamado el Africano. Esta ciudad está edificada a orillas del río Betis, nombre que le dieron por ser el que atravesaba la Bética , (Andalucía), y que cobró mucha importancia durante un largo periodo. Dentro de esta ciudad, además de su núcleo urbano, se construyó un anfiteatro y un teatro, cuyos restos han llegado hasta nuestros días y que se pueden visitar, se encuentran enclavados en el cercano pueblo de Santiponce. Sevilla llegó a ser tan avanzada e importante en su romanización que dio a la Urbe , (Roma), dos emperadores, Trajano y Adriano. Del nombre de Trajano proviene el nombre de uno de los barrios de más renombre de la Ciudad , Triana. Otro nombre, también derivado de ese origen es el de Macarena, pues en ese entorno hubo una propiedad de un notable personaje llamado Macarius. En la sevillana puerta de Jerez, y, colocada en la pared de la capilla de Santa Maria de Jesús, si mal no recuerdo, hay una lápida con la siguiente inscripción que hace historia de la Ciudad.

Hércules me fundó

Julio César me cercó

de murallas y torres altas,

y el rey Santo me ganó

con Garci Pérez de Vargas.

 

Tras la caída del imperio, la península fue invadida por tribus provinentes del centro de Europa. Varios pueblos constituían estos invasores; Suevos, Alanos y Vándalos. Estos últimos se establecieron en el sur y dieron su nombre a la región, pues de Vandalusía nació Andalucía. Estos pueblos, en su evolución, dieron paso a otros, como los Godos y Visigodos. Durante su estancia, Sevilla también destacó a sus hijos, dando personajes como son San Leandro y San Isidoro, que fueron obispos, de la Ciudad y luego de Toledo y León. San Isidoro además fue el autor de Las Etimologías, obra que encierra todo el saber de aquella época. Otro hijo ilustre de Sevilla fue San Hermenegildo, príncipe que muró martirizado y que su cuerpo, según la tradición, fue traído a Sevilla después de su muerte y que se depositó en la capilla que aún se conserva en la antigua puerta de Córdoba. Transcurrido un periodo de tiempo, España fue invadida por las tribus del norte de África, que llegaron hasta el sur de Francia y establecieron sus centros de dominio principalmente en Andalucía, donde durante un periodo de más de seis siglos dominaron en distintos entornos de España, donde la Reconquista. Sin embargo, fue en la parte sur donde perduraron más tiempo. Las capitales de mayor influencia musulmana fueron Jaén, Almería y sobre todo Sevilla, Córdoba y muy especialmente Granada, último reducto de la dominación. Sevilla pasó a llamarse Izbilya y el río Guadalquivir, que significa Río Grande. En la Ciudad han quedado numerosos recuerdos de su estancia. Reformaron la muralla que circundaba el asentamiento. Durante el periodo de su ocupación convivieron cristianos, judíos y musulmanes, si bien, separados en distintos barrios. De esta época son las Alcaicerías, las Alhóndigas y Posadas. Las primeras estaban dedicadas al comercio de determinadas ocupaciones, así pues la alcaicería de la seda, que se ubicaba en la hoy calle Hernando Colón y la de la loza, situada en la Calle que conserva su nombre. Había también varios zocos, lugares donde se traficaban los productos traídos de otros puntos, así como los cosechados en los campos de alrededor de la población. Otra de las construcciones que proliferaron fueron las mezquitas, una de nueva alzada y otras sobre iglesias o capillas cristianas y algunas que otra sinagoga. Una de las que, otra vez vuelta al culto cristiano pero que conserva gran parte de su estructura, sobre todo en las yeserías del techo es la de Santa María la Blanca. Pero la mayor muestra de la estancia de los árabes en Sevilla es la construcción de la torre de la mezquita mayor. El califa Abu Yacub ordena trazar los planos de un templo y su torre monumental desde donde el muecín llamase a la oración a sus fieles y encarga al arquitecto Ben Basso su construcción. Esta torre, de planta cuadrada irá en uno de los ángulos del templo y en su edificación trabajan los mejores canteros y alarifes del reino. Es en el año 1.248 cuando conquistadas las ciudades de Córdoba y Jaén cuando el rey Fernando III, entra triunfante en Sevilla y el rey moro, Azafat entrega las llaves de la Ciudad. Cuentan las cónicas que este rey, ante de las capitulaciones, quiso destruir tan magna obra, pero enterado Alfonso, hijo de Fernando, hizo llegar al mahometano la siguiente promesa. “Que cortaría tantas cabezas de musulmanes como ladrillos faltasen de la construcción “. Ante esta menaza, la mezquita permaneció entera.

Una vez instalados los cristianos, hubo una tolerancia en cuanto a la convivencia. Los árabes que se quisieron quedar no tuvieron problemas con los restantes pobladores, así como los judíos, aunque, esto sí, sometidos a las nuevas leyes. Estabilizada la vida ciudadana, fueron transformándose en iglesias las distintas mezquitas y fundándose otras nuevas, así como numerosos conventos, tanto de órdenes masculinas como femeninas. Uno de los de primera fundación, fue el de San Clemente, otorgando este nombre por ser el de este santo el que se conmemoraba el día de la conquista, 23 de Noviembre.. También se modificó y amplió el templo musulmán principal que pasó a ser la iglesia mayor, pues el templo de El Salvador, que en tiempos de los visigodos, fue la iglesia más importante y que, durante la dominación musulmana fue destruida por una invasión de los vikingos, que en sus correrías llegaron hasta Sevilla remontando el río. En la proposición de la construcción de la Catedral surgió la frase de muchos conocida “Hagamos un templo tal que los que lo vean terminado nos tomen por locos “.

A Fernando III le sucedió en el trono su hijo Alfonso, décimo de su nombre, apodado el sabio, pues reunió en su entorno a todo el saber de su tiempo, en las artes, en las letras y conocimientos geográficos de la época. Escribió tratados de política – Las siete partidas -, religiosos – Las cantigas de Santa María -, Otro rey famoso en Sevilla fue Pedro I de Castilla, llamado por unos El Justiciero y por otros El Cruel, según les fuera beneficioso o adverso. Hubo, mucho tiempo después, siglo XV, una persona que llegó a Sevilla siendo un desconocido, aunque después se hizo muy famoso. Se alojó en el monasterio de Santa María de las Cuevas, Cartuja, exponiendo a sus moradores, lo que muchos opinaban era una temeraria locura. Años después de haber planteado sus sueños en distintas cortes de Europa, Inglaterra y Portugal, regresa a España y se asila en el Monasterio de Santa María de la Rábida y allí, apadrinado por uno de los monjes volvió a exponer su proyecto a los Reyes Católicos, más estos inmersos en la guerra para la conquista de Granada, no lo tomaron en consideración. Diremos el nombre de este personaje. Cristóbal Colón. Concluida la toma de Granada y vuelto a presentar su proyecto, y, al mismo tiempo, avalado por fray Marchena uno de los monjes del monasterio, consigue que se ampare su propósito y ponga en marcha dicho proyecto. Consistía este en abrir un nuevo camino hacia la India y China por el lado opuesto a las rutas establecidas por Marco Polo y los navegantes venecianos y portugueses, ya que sostenía la idea de que la tierra era redonda y no plana como sostenían los cosmógrafos de su tiempo. Teoría que, incluso para muchos, era herética. Conseguido al fin el permiso y la dotación de dineros para impulsar la empresa, se llevó a cabo el gran descubrimiento del continente americano, aunque en principio no se supiera la veracidad de la tierra descubierta. A partir de este acontecimiento, y, fijado en Sevilla todo el centro de control para los asuntos relacionados con el Nuevo Mundo, la Capital conoce un periodo de engrandecimiento hasta ahora insospechado, pues se constituye en el puerto y puerta de América. Se funda la llamada Casa de Contratación y Fábrica de Moneda, desde donde se controla todas las mercancías y personas que van o vienen del continente y sobre todo, el oro y plata.

Estos tesoros bien es verdad que duran poco aquí, pues se distribuyen en distintos destinos de Europa y en gastos para sostener los gastos ocasionados por las distintas guerras y revueltas y sostenían otros países contra la corona española. De todas maneras la Ciudad quedó como eje y capitalidad de todo este asunto.

Otro acontecimiento de suma importancia para Sevilla fue en 1522 la llegada de la nao Victoria con sus 17 tripulantes supervivientes al mando de Juan Sebastián Elcano que, con esta arribada completaba la gran proeza de la primera vuelta al mundo por vía marítima. Entronizado un nieto de los Reyes Católicos, Carlos I, España se convierte en casi dueña del mundo y ya con su sucesor Felipe II, se acuña la frase que en sus dominios no se ponía el sol.. Pero las glorias de este mundo son efímeras y, debido precisamente a su emporio, la Ciudad atrae a una superpoblación en muchos casos no deseada, gente de mal vivir que crean lo que después se conocerá como la picaresca. Además, una gran enfermedad, la peste, asolará Sevilla, pues se llega a contabilizar el cincuenta por ciento de la población como víctima de la epidemia. Otro efecto de la decadencia fue, por su parte, que el cauce del río, debido a los arrastres de sedimento contribuyó a que perdiera calado y, por otra, que los nuevos barcos eran cada vez más grandes por lo que el control de los destinos americanos se trasladaron a la ciudad de Cádiz, quedando la Casa del Contratación en Casa de la Moneda. Sin embargo se constituyó la corporación que contenía toda documentación concerniente a los descubrimientos, surgiendo así el Archivo de Indias, donde se concentraron todos los documentos del continente americano y donde han de acudir todos los estudiosos para adquirir conocimientos sobre su historia. Nuevas contrariedades influyeron en la decadencia de España. En tiempos de los Reyes Católicos se había instituido el Tribunal de la Inquisición , que ya existía en otros países europeos, pero que los protestantes ingleses y holandeses se encargaron de difundir en contra, naciendo lo que después se conocería como la Leyenda Negra que contribuyó a desprestigio e hizo mucho daño a la política exterior. Por otra parte, los piratas ingleses y holandeses, amparados por sus gobernantes, asaltaban y saqueaban tanto los puertos americanos establecidos por los españoles en América como los barcos de esa procedencia con rumbo a España, expoliándolos de sus mercancías y diezmando la flota. Fueron años muy amargos. Cambios de familias reinantes, descalabros políticos interiores que sucedieron en toda la nación, fueron alejando a Sevilla de su papel de regidora de los destinos que en su historia había ostentado. Durante el siglo XIX hay un atisbo de recuperación, pues una rama de la familia reinante, los Duques de Montpensier, por acontecimientos internos, fijan su residencia en la Ciudad , ocupando el palacio que el pasado había sido la Escuela de mareantes, palacio de San Telmo. Una integrante de la familia, la infanta María de las Mercedes, se casó con Alfonso XII, rey de España, aunque murió muy joven., Otra infanta, Dña. Maria Luisa, segregó el parque de caza, que pertenecía al palacio y lo donó a la Ciudad de Sevilla constituyendo lo que desde entonces se conoce como parque de Maria Luisa ( lleva su nombre ). A principios de siglo XX se aborda la idea de celebrar una exposición española, empezó a gestionarse con cierta lentitud en el proyecto, pues había muchas dificultades de toda índole por partes interesadas a llevarla otra ubicación. Abundando en los prolegómenos se estudió la idea de hacer partícipe al país hermano en la península, Portugal, que una vez acertada, se amplió al país de influencia portuguesa, Brasil, con lo cual, el proyecto inicial, Exposición Española, pasó a denominarse Exposición iberoamericana, que por fin pudo realizar su apertura en 1929. El rey Alfonso XIII y la corte en pleno asistieron a la solemne inauguración. Según las crónicas del tiempo, fue un gran acontecimiento, quedando como recuerdo del evento numerosos pabellones representativos de los diferentes países que participaron y, que después de un periodo de abandono, se les ha ido dando distintas aplicaciones. Otros que participaron pero que fueron construcciones efímeras, han desaparecido. Entre los conservados y, destacando por encima de todos, ha quedado la monumental Plaza de España, admiración de los sevillanos y de cuanto foráneo que la contempla. A pesar de todas las ilusiones puestas en esta celebración, acontecimientos posteriores, políticos, internacionales, huelgas y otras controversias, no solamente en la Ciudad , sino en toda España, hizo zozobrar el esperado y soñado resurgimiento. Luego, guerra, posguerra, pobreza de un país desolado, reconstrucción del territorio y demás secuelas tanto del interior como de fuera de nuestras fronteras, han ido contribuyendo a una decadencia que se ha ido incrementando a través de malos y peores gobiernos municipales que han deteriorado su prestigio y nombradía internacionalmente conquistada por conceptos como su situación geográfica, clima, historia, carácter y forma de ser de sus habitantes.

Transcurridos algunos años, surge la idea de celebrar una exposición universal al recuerdo de aquella otra de 1929. Como en la anterior, hubo oposición por las mismas entidades que pusieron obstáculos a la anterior y, ya que no pudieron disuadirla, inventaron otros eventos paralelos par de alguna manera, restarle esplendor a la idea. Por fin, y después de vencer muchas contrariedades, en 1992, pudo realizarse el gran sueño, que al mismo tiempo, conmemoraba el quinto centenario del descubrimiento. Después de esta fecha, poco relevante ha ocurrido, y, como en la ocasión anterior, la dejadez de las autoridades gobernantes han contribuido al deterioro de la conservación de todo aquel acontecimiento, dejando que gran parte de las instalaciones se hayan desmontado y trasladado a otras capitales para su disfrute y exorno. Otros pabellones están en vías de desmontaje y traslación. Otros han sufrido mejor suerte y se les ha dado una ocupación de una u otra índole. Por ahora creo llegado el final de este relato.

Hasta aquí he pretendido reflejar los conocimientos y pensamientos de un sevillano vulgar sin otras pretensiones que poner al servicio de, como ya expresé al comienzo, personas que sientan algún deseo o inquietud por conocer, de manera muy amplia, mis inexpertas vivencias de esta tierra que me vio nacer.

Referencias

Fotografías gentileza:

M.C. de la Oliva Gutiérrez

   
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