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CASTILLO BURGALIMAR EN BAÑOS DE LA ENCINA (JAÉN), ESPAÑA
 
Directorio:

Castillo Burgalimar de Baños de la Encina (Jaén)

   
 

El castillo musulmán de Baños de la Encina en Jaén también conocido como Castillo de Burgalimar, nos recuerda exteriormente las Kasbahs de Marruecos por las hendiduras de las paredes, esas son fortalezas o casas fortificadas en lugares estratégicos en los límites del desierto, construidos en materiales tan rústicos como barro, cañas y troncos, aquí se emplea la piedra y la argamasa para la elaboración de las paredes.

Los musulmanes adaptaron sus técnicas constructivas imitando a los romanos en lo que se llamo El Tabiyya, básicamente consiste en el empleo de tierra roja libre de materia orgánica, piedras de río, utilizando la cal como aglutinante y el agua.

En los niveles del suelo se emplea una especie de hormigón muy rico en piedra de considerable tamaño, que nivela la superficie, se van levantando sucesivas hiladas de este mortero, es el Tabiyya o tapial. En realidad, es una copia del “opus caementicium” heredado de la arquitectura romana. En cada hilada de mortero se vertía el material sobre un molde rectangular de madera o encofrado, a modo de cajón sin fondo ni tapa, tenía una altura de unos 42 centímetros. Entre las hiladas, se situaban pequeños maderos llamados agujas que sostienen el encofrado de madera y que al pudrirse con el paso del tiempo, hace las veces de junta de dilatación. Se aprecia la huella que dejaron estos maderos en la sucesión de agujeros o mechinales que se ven en las paredes del castillo. El cajón se ayudaba de otros elementos complementarios, como el costal o vara vertical que evitaba que los cajones se abrieran y el codal que impedía que se cerrasen. El material se iba depositando sobre el cajón en tandas, que eran apelmazadas con un pisón de madera.

Una vez construido el tapial se enlucía con una mezcla casi dura de cal y arena a la que a veces se añadían yeso y otras arcillas. Este enlucido tenía dos finalidades: embellecer el conjunto que de otro modo resultaría pobre y además protegerlo, impermeabilizándolo y aislándolo de los elementos más activamente erosivos, la lluvia y el viento. Por lo general esta capa de enlucido ha desaparecido con el tiempo de modo que lo que hoy contemplamos en nuestras fortificaciones es el muro desnudo, desprovisto del primitivo enlucido.

La única entrada al castillo está orientada al mediodía, se dispone entre dos torres bajo elegantes arcos de herradura que nos indica: ¡ojo!, estamos ante territorio musulmán. Sobre la portada hay una lápida en caracteres árabes proclama sobre la entrada que «En el nombre de Dios el Clemente, el Misericordioso mandó construir esta torre el Siervo de Dios (Abdála) Alhacan II Almostasir bilá Emir Almuminin cuya vida Dios guarde bajo la dirección de su servidor y Caid Maysur ben Alhacan. Se terminó en el auxilio de Dios y su ayuda y esto fue en la luna de Ramadán del año siete y cincuenta y trescientos… en la luna de Ramadán del año 357 de la Hégira », esto es, en el 968. La lápida es una copia, el original se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional.

Enfrente de la puerta principal donde se encuentra la Poterna , en realidad es una falsa puerta solamente es utilizada en caso de necesidad, ante una situación de sitio para una salida precipitada.

Las murallas rodean el patio de armas, en donde se halla un aljibe cubierto por una bóveda de medio cañón, y que está dividido en dos naves separadas.

Además de la torre del homenaje, también se observa otra modificación de la época cristiana dentro del recinto, vestigios de un pequeño fortín. Existía un alcazarejo circular o torreón imponente construido por los cristianos en los siglos XIV y XV, en cuyo vértice sobresale una torre del homenaje llamada la Almena Gorda. Está rodeado de una muralla interior, unida al recinto exterior por dos lienzos de pared. De esta obra, que dividía en dos partes la plaza de armas, sólo subsisten las bases del fortín y fragmentos de una de las paredes de defensa.

Después de su uso defensivo el castillo entro en una profunda decadencia, el pueblo lo empleo como cementerio municipal durante los siglos XIX y XX, las torres se utilizaron como criptas funerarias adosando los nichos a las murallas. Es hasta 1945 en que se construye el nuevo cementerio cuando empiezan el minucioso trabajo de extracción de las inhumaciones que se finaliza en el año 2007.

La venta de entradas en la oficina de turismo.

Sábados, domingos y festivos

Mañanas: 10:30 ó 11:15 ó 12:15 ó 13:30 h.

Tardes: 16:30 ó 17:15 ó 18:00 h.

Lunes, miércoles, jueves y viernes (martes cerrado por descanso)

Mañanas: 11:00 ó 13:00 h. Tardes: 17:00 h.

Entrada Normal: 3 €. Entrada +65 años: 2 €

Entradas Niños 7-12 años: 1,50 €. Niños Gratis hasta 6 años.

Duración de la visita: 45 min. aproximadamente.

   
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