Uno de los mayores atractivos que tiene Versalles son sus jardines: Destacan los parterres, las fuentes, las amplias avenidas con árboles y pequeños bosques llenos de estatuas. Su diseño fue del llamado Roi Soleil. Todo estaba en contra de su construcción, la tierra no era buena, no había agua, pero todo ello no desanimo al monarca, mando remover el suelo y trajo el agua desde lejos, mando elevar el lago Clagny con unas máquinas ingeniosas, que estaba en un lugar muy inferior. Las bombas diseñadas elevaban el caudal del lago a razón de 2.500 metros cúbicos por día.
Con el fin de que lo surtidores de agua manasen con efectos de pirámides escalonadas o columnas como obeliscos, se movilizaron a los mejores fontaneros de la época. El más competente fue Francini, de familia italiana, cuya tradición era el cuidado del arte de los jardines, hacia mover el agua produciendo unos efectos que para la época no se podían imaginar, hacia cambiar el juegos de agua por medio de una maquinas escondidas.
Se pidió a la Academia de Francia en Roma para que se preocupase del arte y la ciencia de la fontanería y mandase a los alumnos más notables.
El rey acudía con frecuencia para ver los trabajos –del Gran Parque como por entonces se le llamaba— montado en su caballo o en coche acompañado de las damas, revisaba con mucho mimo como se hacia el juego de las fuentes hasta conseguir llenar el juego completo de agua de todas las fuentes en menos de tres horas. Para conseguir verter agua en solo tres horas se hicieron trabajos gigantescos ayudados por el ejército con 30.000 soldados que trajeron el agua desde el río Eurese, a los que la Hacienda pagaba diez sueldos por día.
Un día el rey comento que quería ver descender por el por el canal del palacio de Versalles los buques que navegaban por el río Loira y verlos pasar con sus velas desplegadas.
Se celebraban fiestas y carnavales donde participaba el rey vestido de gondolero remando la barca de la favorita. El rey trataba con estas manifestaciones casi teatrales impresionar a los cortesanos. Los cortesanos se habían adjudicado la representación de personajes imaginarios, como el emperador de Catay, el de Arabia, el emperador de Abisinia, todos ellos seguidos de su sequito, con banderas y escudos, siempre vestidos de impecables sedas y con cascos fantásticos de plumas. Unos a pie y otros a caballo iban a homenajear al rey de Francia, que pese a no ser un rey culto pero quiso dotarse de monumentos de gran lujo.
Actualmente las fuentes manan solamente los grandes días del año y en algunas ocasiones se iluminan con potentes focos eléctrico |
