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HISTORIA DEL PALACIO DE VERSALLES
 
Directorio:

Versalles se constituye cuando el padre de Luis XIII en 1623 manda construir en la finca dedicada a la caza un pequeño castillo llamándolo “Castillo del Hombre Gentil”, en ladrillo, piedra y pizarra. Al llegar al trono Luis XIII le agrada y lo manda reconstruir rápidamente a su “ingeniero y arquitecto” Philibert Le Roy. Este primer castillo de Versalles corresponde a los edificios que rodean al tribunal de Mármol.

Luis XIII deseaba acercarse a París y mandó construir el primer núcleo de Versalles, se trataba de un palacete pequeño, algo más que un simple apeadero de caza. Era un lugar hecho para la intimidad y su belleza, aburguesada, desdecía de los demás monumentos monárquicos de la época.

En 1661 a 1668 el joven Luis XIV, el Rey Sol, mandó hacer un proyecto a su arquitecto Louis Le Vau. Pero este "pequeño castillo de cartas", según la expresión de San Simón, sigue siendo demasiado estrecho para las necesidades de la corte.

Los arquitectos que edificaron el Versalles opulento insistían en proponer la demolición del palacete primitivo que entorpecía el desarrollo urbanístico, pero el Rey no quiso que se tocara el Versalles primitivo edificado por su padre. Quedó con uso de antesala; el Palacio de Mármol, servía de escenario para las fiestas, danzas y pantomimas.

El lugar elegido para la construcción no tenía ninguna condición para la construcción del gran Palacio Real, su entorno carecía de belleza natural e incluso era un lugar insalubre; sobre todo carecía de agua corriente. Para la construcción del lago, las fuentes y los servicios Reales, tuvieron que traerse el agua por medio de acueductos, cuyo coste fue tan grande como el propio Palacio. El lugar fue descrito en aquella época como: “el lugar más triste del mundo, sin vistas, sin agua, sin árboles, sin tierra, porque todo lo que allí hay son pantanos o arenas movedizas…”.

Se ha tratado de investigar cuál fue el motivo real para que Luis XIV quisiese alejar la corte de París. Una de las razones pudiera ser por el disgusto que se llevó cuando era niño, se encontró sitiado por una muchedumbre, durante las revueltas de la Fronde. Otro motivo de la construcción de Versalles fue porque allí podía vivir sin que el pueblo pudiera apreciar sus veleidades eróticas. Y, por último, la razón de más peso fue que gobernaba sin ministros, declaró: “el Estado soy yo”. Dictaba sus órdenes en Versalles y nadie se daba cuenta de sus decisiones hasta que estaban ejecutadas. También pudiera haber influido una razón económica y de imagen, quiso tener a su lado a la nobleza pero manteniendo el lujo de su corte alejado de las miradas del pueblo.

El proyecto faraónico de Versalles por sus dimensiones tuvo en cuenta a los príncipes de sangre, y para cada uno de ellos se dispuso un apartamento separado.

Luis XIV hizo un decreto para facilitar terrenos cercanos al palacio a los seguidores de la corte que eran de su agrado. Así se formó delante del palacio una ciudad importante con todos los servicios, y que aún hoy es la sede del obispado.

No está claro en qué fecha Luis XIV decidió trasladar la corte pues era un hombre de decisiones meditadas y maduración lenta. Pero no es hasta 1678 cuando se empiezan a gastar dinero del presupuesto en las obras con una partida de tres millones y medio de libras dedicado a las obras.

El arquitecto Le Vau se encarga de nuevo de los trabajos: entre 1668 a 1670 de la construcción del nuevo Palacio construyendo un segundo edificio con fachadas de piedra blanca que cercan al primer castillo, sirviéndole de protección del lado de los jardines. François de Orbay a la muerte de Le Vau proseguirá esta construcción, cuya terraza central se inspira en los Palacios barrocos italianos, en 1670.

El proyecto de cambio de la corte y de instalación fue realizado cuando la reina estaba embarazada, pese a que Luis XIV detestaba el olor a pintura de las habitaciones recién decoradas.

Las obras siguieron su ritmo, en 1685, según las cuentas de la Tesorería trabajaban más de 36.000 personas.

Además del arquitecto Le Vau a su muerte le sucedió Hardouin Mansart (reconocido como el más grande arquitecto de la Francia borbónica), este construyó la famosa Galería de los Espejos y la Escalera de los Embajadores, ambas fueron decoradas por Le Brun con una abundancia de dorados y pinturas que hace del lugar uno de los sitios más suntuosos del mundo.

   
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